jueves, 20 de abril de 2023

Entre la solución y el problema: en búsqueda de la neutralidad climática

Los gases naturales son la única alternativa para acelerar los procesos de descarbonización en las industrias.

La emisión de sustancias que agotan la capa de ozono (SAO) representó un reto global en la lucha contra el cambio climático. En respuesta a ello, el 15 de septiembre de 1987, los 198 países de las Naciones Unidas suscribieron el Protocolo de Montreal. Este acuerdo introdujo cambios sustanciales tanto en la producción como en el consumo de SAO, estableciendo periodos estrictos de reducción. A su vez, ante la doble amenaza que representan los hidroclorofluorocarburos (HCFC), por ser sustancias de alto impacto en la capa de ozono y por actuar como gases de efecto invernadero, los países suscriptores firmaron una enmienda para incluir también a los HCFC en Montreal.

La intempestiva decisión de cortar los suministros de HCFC, abrió el mercado a los hidrofluorocarbonos (HFC). El intercambio inmediato de estos gases permitió que, desde entonces, los HFC sean el principal refrigerante dentro de múltiples sectores industriales. A pesar de que estos gases no  tienen efecto directo en la capa de ozono, si poseen un alto Potencial de Calentamiento Global (PCG o GWP, por sus siglas en ingles). La transición, entre los HCFC y los HFC, representa una solución aparente que, ya sea por desconocimiento técnico de los decisores o por brindar  una respuesta rápida , ha entrampado las políticas medioambientales en torno a los GEI. En este sentido, todas estas políticas apuntan hacía una reducción progresiva y sustitutiva del uso de refrigerantes con alto grado de PCG, sin embargo, no tienen en cuenta el proceso cíclico de vida de los refrigerantes.

El PCG es una variable construida que no recoge todos los efectos indirectos de la producción de los refrigerantes artificiales. Además, está en constante cambio, con actualizaciones para cada tipo de HFC a raíz de nuevos estudios. A ello se le suma que muchos Estados y organismos supranacionales, utilizan la referencia estandarizada del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) del 2007, la cual ya tiene más de 15 años. A pesar de que a día de hoy se buscan alternativas de HFC con un  muy bajo PCG, el impacto ambiental es prácticamente inherente a todo el proceso de producción. A modo de ejemplo, un sistema que emplee 35kg de refrigerantes artificiales, conlleva la emisión aproximada de media tonelada de CO2 para su fabricación.

Para evitar tales efectos, es necesario optar por los refrigerantes naturales como única opción. Estos son producidos de manera natural a través de ciclos químicos y biológicos sin intervención humana, como por ejemplo el amoniaco (R-717), el dióxido de carbono (R-744), el agua (R-718), etc. En lo que respecta a los sectores HVACR (Heating, Ventilation, Air-Conditioning and Refrigeration), el que mayormente utilizan es el propano (R-290).  Sin embargo, las alternativas parecen ser pocas cuando se accede al mercado de los HVACR y las grandes empresas solo están apostando en ofrecer productos con muy bajo PCG.

Las políticas nacionales y supranacionales se construyen considerando únicamente dicha variable, sin tener en cuenta la huella de carbono que deja la producción de refrigerantes artificiales. En relación con ello, la Environmental Investigation Agency (EIA) y SHECCO, enmarcados en los acuerdos de Kigali y en apoyo a la iniciativa “A Climate Action Pathway for Net-Zero Cooling”, han elaborado una lista con todos los productos net-zero disponibles y accesibles en los mercados HVACR.  A pesar de ello, el acceso a estas alternativas naturales posee grandes trabas y hay pocos incentivos económicos para los consumidores y productores, por lo cual, es poco probable que se haga una pronta transición hacia la alternativa natural. No obstante, exponer esta información es imprescindible para que los consumidores descubran nuevas alternativas.

Montreal parecía una solución y terminó originando un nuevo problema: el de las HFC. Kigali parece ser una exitosa respuesta, pero puede originar otro problema: el estancamiento de la transición entre los refrigerantes artificiales y naturales. Si el objetivo es la neutralidad climática hacia 2050, no es deseable ni asumible retrasar el adecuamiento de la industria a las nuevas tecnologías que apuesten por los refrigerantes naturales. Los esfuerzos globales deben ir encaminados en esa única dirección.

Fuente: ECODES

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