lunes, 4 de diciembre de 2017

Alerta por el desprendimiento del glaciar Grey

Un monumental bloque de hielo se ha desprendido del glaciar Grey, uno de los principales atractivos del Parque Nacional Torres del Paine, en Chile. El témpano, de más de 13 kilómetros cuadrados, forma parte de uno de los destinos de turismo internacional del país, y con este desprendimiento pone en peligro la navegación por la zona ya que se encuentra flotando en un lago. Los científicos de todo el mundo alertan desde hace varias décadas sobre el peligro que corren los glaciares debido al cambio climático. Los expertos aseguran que la temperatura en la Patagonia sube dos grados cada 100 años.

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La pradera florece

Un reciente estudio demuestra una incipiente capacidad de adaptación de la 'Posidonia oceánica' al cambio climático.

Las nuevas semillas tienen un nuevo componente genético que las hace resistir a las altas temperaturas

No todo es muerte en torno a uno de los ecosistemas más vulnerables del fondo del Mar Mediterráneo: las praderas de Posidonia Oceánica. Un reciente estudio ha constatado que el aumento de la temperatura del agua, provocada por el cambio climático, induce la floración de estas plantas y, por lo tanto, su reproducción.
«Este hecho nos permite ser optimistas, aunque no excesivamente, ante la situación de declive de esta especie», explica Juan Manuel Ruiz, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de San Pedro del Pinatar, y primer autor del trabajo.




En el estudio han colaborado, además del IEO, la Stazione Zoologica de Nápoles, la Universidad de Barcelona y el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), y se ha prolongado durante los últimos tres años.

La Posidonia es un hábitat milenario que representa la base del funcionamiento del ecosistema marino costero del Mediterráneo.

El optimismo relativo se basa en que lo visto en el laboratorio hace pensar que estas plantas marinas podrían tener una mayor capacidad de respuesta ante el calentamiento global de lo que se había pensado hasta la fecha.

Sin embargo, «sigue habiendo incógnitas, como ver la viabilidad de las semillas y su resistencia al calor a más largo plazo», apunta Ruiz, quien comenta que en 2015 comenzaron los primeros experimentos en el laboratorio y «éste es uno de los resultados más llamativos».

Para la investigación, que se desarrolló en el IEO de San Pedro del Pinatar, utilizaron plantas de la costa de Cataluña recolectadas a seis metros de profundidad, acostumbradas a aguas más frías que las de la costa murciana, por ejemplo. De hecho, en los últimos 20 años apenas se ha visto a la pradera 'catalana' florecer, mientras que en la murciana es más habitual.

El contexto natural en el que se basa esta hipótesis es que las olas de calor son cada vez más frecuentes, con un nivel de temperaturas absolutas máximas de 2-3ºC por encima de la media. Y el tiempo durante el que estas olas se mantienen se prolonga cada vez más.

2015 fue un año muy cálido y aparecieron flores tanto en las plantas del laboratorio (que fueron expuestas durante seis semanas a un estrés térmico similar al que experimentan en el mar durante las olas de calor), como en el fondo marino de Cataluña.




«Una considerable proporción de las plantas expuestas al calentamiento experimental en el laboratorio habían florecido, al contrario que las plantas mantenidas a una temperatura normal, en las que no se desarrolló inflorescencia alguna», subraya el biólogo.

La conclusión, por tanto, es que la Posidonia es capaz de resistir variaciones de temperatura bastante altas más de un mes. Y, en este comportamiento, nada ha tenido que ver la componente genética, puesto que en ambos casos las plantas compartían las mismas características.

Ruiz manifiesta que en estos momentos no importa tanto la cantidad de semillas que se pueden producir en estas floraciones como si en las mismas ya se está produciendo una reconversión genética, porque «esa es la condición básica para que cualquier especie pueda sobrevivir, adaptándose a las nuevas condiciones del medio ambiente».

Los que sobrevivan serán individuos con nuevos genes más resistentes a las altas temperaturas.
Diez grados de diferencia

Pero no todo es homogéneo en las praderas de Posidonia oceánica del litoral mediterráneo español, que ocupan algo más de 1.000 kilómetros cuadrados (cien de los cuales están en la costa murciana). En Baleares, por ejemplo, se ha constatado que a más temperatura hay más mortandad de las plantas, y entre las causas que se barajan figura la profundidad en la que viven. Las especies que viven a menos profundidad están más acostumbradas al calor.

Además, entre una punta y otra del Mediterráneo hay temperaturas con 10 grados de diferencia «y eso fuerza el comportamiento de adaptación local» al cambio climático.

En cualquier caso, este estudio pone algo de luz sobre el negro futuro que en anteriores investigaciones se había cernido sobre este ecosistema. Trabajos que demuestran que el incremento de las temperaturas está implicado en una mayor mortalidad de la pradera, hasta el punto de que algunos autores han predicho el declive de sus poblaciones en las próximas décadas.

FUENTE: La Opinion de Murcia

Así es como afectará la erupción del volcán de Bali al cambio climático

Una pequeña erupción del volcán del monte de Agung en la isla de Indonesia ha obligado a la evacuación de 100.000 personas en un radio de 10 kilómetros alrededor del volcán.


Aunque de momento solo está emitiendo humo y ceniza, se ha decretado el estado de alerta ante un inminente desastre. En la última erupción de 1963 murieron más de 1.500 personas. Hoy mataría a muchas más debido a que la densidad de población ha aumentado. El aeropuerto internacional de Lombok permanece cerrado. La nube de ceniza supera los 3.000 metros de altura y se han cancelado 445 vuelos que afectaban a 59.000 viajeros.

El volcán despertó el pasado verano. Es sumamente difícil predecir cuándo estallará, pero la frecuencia e intensidad de los terremotos registrados debajo de él han llevado a acatar medidas de seguridad. El mayor peligro no lo representa la lava ardiente que pueda descender de la ladera, sino que pudieran originarse flujos piroclásticos. Son nubes de gas, cenizas y materiales sólidos atrapados que llegan a alcanzar los 700 kilómetros por hora y arrasan por donde pasa.

"La erupción en Agung en Indonesia ha sido relativamente pequeña hasta el momento, pero con la lava en el cráter de la cumbre, nadie sabe cómo procederá a partir de aquí", expresó en Twitter Erik Klemetti, experto en volcanes de la Universidad de Denison.

Los hay quienes miran al cielo porque todas las erupciones suponen un impacto al clima. En concreto, puede retrasar el cambio climático. La erupción del volcán Pinatubo (Filipinas) en 1991 logró paralizar durante unos años la subida del nivel del mar. Si las partículas de dióxido de azufre que emite el volcán consiguen llegar a la estratosfera actúan de pantalla: reflejan la luz solar y la envían de vuelta al espacio. El efecto es que se enfría transitoriamente el planeta.

En este caso, la nube de cenizas se encuentra a mitad camino, no alcanza la estratosfera, lo que significaría que el enfriamiento sería muy limitado a no ser que siga ascendiendo. Entrevistado por Earther, el científico climático Zeke Hausfather señala que si la erupción fuera como la que ya hubo en 1963, el planeta se enfriaría unos 0.1-0.2ºC. En 2019 llegaría el pico de frío más agudo. Sin embargo, ese año seguiría siendo de los más cálidos de la historia.

"La erupción de este volcán sería echar un cubito de hielo a una olla de agua hirviendo en un estufa”, escribe el medio. Las partículas pantalla de dióxido de azufre no tendría nada que hacer contra el CO2 que expulsamos a la atmósfera. A pesar del descenso de las temperaturas, seguiríamos perdiendo la batalla. La fiebre del planeta no la arreglará este volcán joven que suele erupcionar cada menos de cien años.

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