viernes, 25 de septiembre de 2020

El cambio climático amenaza la cascada Cola de Caballo en el parque nacional de Ordesa

 La disminución de las nevadas afecta al acuífero del que depende el salto de agua, que estuvo a punto de secarse la semana pasada.


La impresionante y popular cascada Cola de Caballo, emblema del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca), depende en gran medida de la infiltración del agua procedente de la fusión de la nieve que se acumula en un acuífero kárstico, concluye un estudio del Instituto Geológico Minero de España (IGME). “Se conocía el manantial, pero no su funcionamiento, y es muy importante para entender su influencia en los caudales de la cascada", explica Luis Javier Lambán, científico director de la investigación. Los datos recogidos indican que el cambio climático y la consecuente disminución de la cubierta de nieve “generarán una disminución de la recarga del acuífero que garantiza los caudales y la supervivencia de la cascada. Esta debe su existencia fundamentalmente al agua subterránea que proviene del manantial de Garcés [punto por donde descarga el acuífero]”, aclara Lambán. Según el Observatorio Pirenaico para el Cambio Climático (OPCC), la acumulación de nieve por debajo de los 1.500 metros podría llegar a reducirse en un 78% en el último cuarto del siglo XXI en los Pirineos.


La investigación, publicada en la revista Science of The Total Environment, comenzó en enero de 2018 y el equipo de científicos continúa tomando datos para conocer cuánto está disminuyendo el caudal. “Visualmente ya se nota en el salto de agua en verano", advierte Lambán. Tanto es así que la cascada "estuvo a punto de secarse la semana pasada”, confirma Elena Villagrasa, directora del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. “Hacíamos fotos casi a diario, pero hemos tenido la suerte de que empezó a llover con mucha fuerza el viernes pasado y se recuperó”, añade. En el momento en el que se producen precipitaciones la respuesta es inmediata, "porque la montaña suda por todos lados debido a sus características geológicas, pero lo que sujeta el caudal permanente de la Cola de Caballo es el agua que se va filtrando y que procede del hielo y de la nieve”, añade.


El manantial de Garcés es el aliviadero del acuífero kárstico que recoge la infiltración de las precipitaciones (sobre todo de nieve) de la ladera sur del cordón montañoso, que pasa por los picos de Marboré (varias cumbres de más de 3.000 metros) y culmina en el Monte Perdido (3.355 metros). El equipo de científicos situó sensores en el acuífero y en el manantial y ha analizado de qué altura viene el agua, la cota donde se infiltra, y el tiempo de tránsito hasta que sale en el manantial. Los resultados muestran que una cuarta parte de esta agua se precipita por la cascada en “apenas 10 días". Las tres cuartas partes restantes van más lentas, tardan más de un año en alcanzar el manantial. “La abundancia de nieve que se acumula en otoño, invierno y primavera garantiza que el acuífero descargue de forma continua y estable y es lo que le da el esplendor a la cascada”, indica Lambán. El equipo de científicos, integrado también por Jorge Jódar, Antonio González, Sergio Martos y Javier Heredia, ha necesitado la ayuda de espeleólogos, pertenecientes al grupo navarro Otxola, porque la galería principal está inundada y para situar el material fue necesario realizar espeleobuceo.


El problema va más allá de la Cola de Caballo. “Si la parte de agua que procede de la fusión de la nieve y la escorrentía es menor que la descarga y almacenamiento, repercute en todos los puntos de descarga del parque nacional, y eso se detecta de forma progresiva”, advierte Villagrasa. El parque tiene otros problemas añadidos que afectan a los recursos hídricos. La superficie de los glaciares del Pirineo se va reduciendo, pierden 17,76 hectáreas (casi ocho campos de fútbol) al año. “Se van convirtiendo en neveros y estos pasan a ser ibones de montaña. Todo el modelado glaciar y periglaciar está cambiando y eso también se refleja en los ríos principales”, concreta la directora del parque nacional. El impacto más visual será en el turismo, porque la ruta a la Cola de Caballo es la estrella del enclave protegido. Pero, además, “la disminución del caudal puede afectar a los ecosistemas asociados, así como producir una mayor concentración de posibles contaminantes". Los científicos van a continuar con el estudio, que se enmarca dentro del proyecto PIRAGUA, financiado por la Unión Europea, sobre cambio climático y recursos hídricos en los Pirineos.

FUENTE: EL PAIS.COM

lunes, 21 de septiembre de 2020

El otoño será más caluroso y seco de lo normal en toda España

 Las olas de calor se han duplicado en la última década respecto a las tres anteriores.


El otoño, que comenzará el martes 22 de septiembre a las 15.31 horas, será con gran probabilidad más cálido y seco de lo normal en toda España, al menos 0,6 grados centígrados (ºC) de media más caluroso, tras el noveno verano más cálido desde que hay registros, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Durante la rueda de prensa estacional de la AEMET, la portavoz Beatriz Hervella ha pronosticado que la señal de la predicción para los meses de octubre a diciembre apunta que hay "una mayor probabilidad" de que las temperaturas estén en el tercil cálido respecto al periodo de referencia 1981-2010 y las precipitaciones en el tercil inferior en toda España, lo que se traduce en que será más seco y más cálido de lo que indican los valores normales.

En concreto, ha dicho que, al menos será una media de 0,6ºC más cálido pero que esta anomalía podría alcanzar 1ºC en los sistemas Ibérico, Central, los sistemas montañosos del noroeste y en la Sierra de Cazorla.


El verano ha sido más cálido de lo normal

Además, la estación llegará tras un verano de carácter también cálido, que, según ha precisado el portavoz Rubén del Campo, ha tenido una temperatura media de 23,9ºC, es decir, 0,9ºC más cálido de lo normal. Esta anomalía se deben en mayor medida a las máximas, donde la anomalía alcanzó 1,1ºC, que a las mínimas que también fueron 0,7ºC más calurosas que los valores climatológicos.

Por meses, el mes con mayor desviación fue julio que tuvo un carácter "muy cálido" con una anomalía de 2,2ºC superior al valor normal; frente a junio que tuvo un carácter normal, con apenas 0,1ºC por encima de la media, y agosto, que resultó muy cálido, con una media de 0,8ºC superior al valor normal.

Del Campo ha destacado, de hecho, que junio ha sido el único mes de 2020 que ha tenido una temperatura media normal y ha añadido que, de hecho, el año natural, desde enero hasta el mes de agosto empata con 2017 que fue el año más cálido de la serie, pues se acumula una temperatura media de 17,1ºC, que es 1,4ºC más cálido de lo normal.

"Si septiembre acaba con más calor de lo normal, el año 2020 ya sería más cálido de lo normal en España desde que hay registros y, de momento, la primera quincena de septiembre sí está siendo cálido", ha destacado.

De hecho, ha explicado que este año es el noveno más cálidos de este siglo y también el noveno más cálido desde que comenzó la serie, en 1965, lo que significa que los nueve años más cálidos desde que hay registros en España se han producido en el actual siglo, y 2020 es también el sexto verano consecutivo que termina con carácter "cálido", lo que confirma "la tendencia al calentamiento".

Del Campo ha agregado que esta tendencia no se observa solo en tierra, sino que también se observa en el entorno oceánico, ya que el mar Mediterráneo ha alcanzado este verano la cuarta temperatura más cálida en superficie desde 1981, ya que ha estado entre 0,8 y 0,9ºC más cálido de lo normal y ha aumentado en verano en 1,6ºC desde los años '80. "El Mediterráneo se está calentando claramente", ha insistido. No obstante, en 2020 el agua de superficie del Atlántico ha estado ligeramente por debajo de lo normal.


Las olas de calor se duplican en la última década

En cuanto a las olas de calor, el portavoz ha indicado que en el periodo junio-septiembre se han registrado dos: la primera "muy larga" del 25 de julio al 2 de agosto que dejó "las jornadas más cálidas de la estación" y varios récord, como el del aeropuerto de San Sebastián, que el 30 de julio alcanzó 42,2ºC, la temperatura más alta desde que comenzaron sus registros en 1956; o el del 2 de agosto en Melilla, cuando no se bajó de 31,8ºC, la mínima histórica más alta en la ciudad autónoma.

La segunda ola de calor se dio entre el 6 y el 10 de agosto, que dejó y en Canarias hubo un episodio cálido, entre el 25 y el 27 de agosto. Ese día, el 27 de agosto, la temperatura mínima del aeropuerto de Tenerife se llegó a una mínima de 29ºC, la más alta de una serie que comenzó en 1941.

En este contexto, Hervella ha precisado también que junto con estas dos olas de calor de 2020, se cierra una década en la que las olas de calor han ido en aumento. En concreto, en el último decenio se han registrado 23 olas de calor, frente a las 11 o 12 de media que se contabilizaron en las tres décadas anteriores. Desde el año 1975 se han contabilizado en España 67 olas de calor, de las que en torno a un tercio, 23, se han producido de 2010 a 2020.

Por tanto, Del Campo ha hecho hincapié en que "prácticamente se ha duplicado" su número en los últimos diez años y, además se ha duplicado también el número medio de días al año en el que España ha estado bajo las condiciones de ola de calor.

En la última década el número de días al año eran 14, mientras que en las tres décadas anteriores la media era de 6 días, lo que según Hervella supone que "en los últimos diez años se ha soportado en España más del doble de días en situación de ola de calor" y también ha observado un "ligero aumento" en la intensidad de las mismas. "Actualmente en España se registran más olas de calor, más largas y más intensas que en décadas anteriores", ha sentenciado.

En la misma línea, Hervella ha destacado que el número de días en el que el índice térmico universal, que mide el estrés térmico al que están sometido el cuerpo humano, supera en 2020 el número medio de días del año 2003, cuando se registró una ola de calor histórica que provocó 65.000 muertes en Europa, de las que 10.000 se atribuyen a Francia y 35.000 en España. "Este año estamos teniendo más días con estrés térmico extremo que en 2003" ha insistido.


Año más lluvioso de lo normal

En cuanto a las precipitaciones, este verano se registraron valores en torno a los normales con un junio húmedo, un julio seco y un agosto húmedo, que dan un verano húmedo en su conjunto, con una media de 75 litros por metro cuadrado.

Por zonas, el verano fue húmedo o muy húmedo en el norte y en el este peninsular, así como ambos archipiélagos, y seco en general el suroeste peninsular, buena parte de Andalucía y Canarias. No obstante, las precipitaciones fueron "irregulares" y en muchas ocasiones en forma de chubascos tormentosos.

El portavoz ha explicado que una depresión aislada en niveles altos de la atmósfera (DANA) los días 11 y 12 de agosto, dejó precipitaciones récord en Córdoba, con 58 litros por metro cuadrado, el día más lluvioso de agosto de su historia de datos, que comenzaron en 1959 y el más lluvioso del verano y en Ciudad Real, con 28 litros por metro cuadrado, el más lluvioso en agosto desde en 1971 empezó a acumular los datos.

Por otro lado, una ciclogénesis explosiva sobre las islas británicas "inusualmente profunda" para ser verano, dejó "abundantes precipitaciones" en Galicia y Asturias a mediados de agosto.

En esa línea, el año hidrológico, que comenzó el 1 de octubre de 2019 y que terminará el próximo 30 de septiembre está resultando un 11 por ciento más húmedo de lo normal y, según Del Campo, en "casi todas" las cuencas ha llovido por encima de los valores normales, excepto en las del Guadiana, Gualquivir y Sur, donde las lluvias acumuladas son inferiores a los valores normales.

También el año natural, de enero a agosto, está teniendo un carácter húmedo y coincide en el dato con el año hidrológico, pues está resultando un 11 por ciento más lluvioso que los valores normales.

Por último, los meteorólogos señalan que fuera de España también se han batido récords, ya que este 2020 tiene el segundo junio, el tercer julio y el cuarto agosto más cálidos del planeta desde 1880 y destacan que los cinco agostos más cálidos de la Tierra han tenido lugar en los últimos cinco años y la extensión del hielo marino del Ártico fue la menor para el mes de julio desde que comenzó a monitorizarse en 1979.


FUENTE: cadenaser.com

viernes, 11 de septiembre de 2020

38 Encuentros Internacionales de Juventud de Cabueñes.

"Emergencia climática, salud y sostenibilidad: jóvenes en un mundo en cambio" es el tema general sobre el que se desarrollarán este año diversas actividades tanto on-line como presenciales, en las que se abordarán temas como juventud y emergencia climática, sostenibilidad social, salud mental, arte y sostenibilidad, jóvenes y movilidad urbana sostenible, incidencia política, voluntariado, sexualidad...

Fecha de celebración

Del 2 al 12 de octubre de 2020 (presencial y online)



Información

Los Encuentros Internacionales de Juventud de Cabueñes son un foro de encuentro y debate para jóvenes, asociaciones, personal técnico y responsables de políticas de juventud, que se celebran en Gijón desde 1983. 

La 38 edición de estos Encuentros presenta novedades como una amplia oferta de actividades paralelas tanto en línea como presenciales, así como aforos limitados y medidas de seguridad y distancia social para mantener las medidas de prevención necesarias frente al COVID-19.

La inauguración será el viernes 2 de octubre con una conferencia inaugural que se retransmitirá en streaming. Desde el 3 al 9 de octubre se desarrollarán diversas actividades, tanto en formato on-line como presencial. Del 10 al 12 de octubre tendrán lugar diferentes seminarios presenciales, en la Escuela de Comercio de Gijón, que requerirán inscripción previa hasta el día 20 de septiembre, así como el pago de la correspondiente cuota.

En esta edición de los Encuentros Internacionales de Juventud de Cabueñes habrá diversas actividades online que serán gratuitas, no requieren inscripción previa y se podrán seguir a través del canal de YouTube de los Encuentros.


Requisitos

Jóvenes entre 18 y 35 años, representantes de asociaciones juveniles, Consejos de juventud o jóvenes no asociados/as con interés sobre los temas tratados.

Personas con 36 años o más que por su trabajo o profesión muestren interés por los temas de “juventud”: técnicos/as de juventud, concejales/as de juventud, animadores/as socioculturales, educadores/as, activistas sociales, etc.

Más Información

Teléfono: 985181105

FUENTE: injuve.es

Las emisiones de metano se nos van de las manos

 Aunque los seres humanos consigamos reducir drásticamente nuestras emisiones de metano a la atmósfera, el calentamiento global está provocando la fuga de ese gas de efecto invernadero de fuentes naturales como el permafrost -en proceso de descongelación- y los hidratos de gas del lecho marino.

Burbujas de metano atrapadas bajo la capa de hielo que se forma en invierno en el lago Baikal, en Siberia.

La principal acción humana destinada a mitigar el cambio climático y tratar de evitar que el calentamiento global siga aumentando al ritmo actual o a uno mayor, pasa por reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera provenientes de la quema masiva de combustibles fósiles. Aunque el CO2 es el gas del que más se habla, no debemos de olvidarnos tampoco del metano (CH4), que también emitimos en grandes cantidades como consecuencia de muchas de nuestras actividades. A este problema que debemos tratar de solucionar, se suma el de las fugas masivas de metano de origen natural que están empezando a producirse y que podrían dispararse en los próximos años y décadas.

El metano es un hidrocarburo gaseoso presente en la atmósfera de la Tierra, siendo el principal componente del gas natural. Aunque nuestras emisiones de metano son mucho menores que las de CO2 (representan algo menos del 15%), es un gas de efecto invernadero mucho más potente (hasta 25 veces más eficaz atrapando calor), que reside en la atmósfera menos tiempo, por lo que sus efectos (cuando su concentración aumenta o disminuye de forma significativa) se manifiestan a más corto plazo.

Se estima que aproximadamente el 25% del calentamiento global observado desde el inicio de la Revolución Industrial ha sido debida al aumento de la concentración de metano en la atmósfera. Desde entonces, se ha multiplicado por dos su concentración, gracias, en gran medida, a las emisiones antropogénicas del citado gas, debidas principalmente a la ganadería, el cultivo de arroz y la producción y transporte de petróleo, carbón y gas natural.


Crece por encima de nuestras posibilidades

Aunque en los últimos años se han hecho esfuerzos por reducir nuestras emisiones de metano a la atmósfera, y ha habido períodos en que los registros de la concentración de ese gas invitaban al optimismo –llegando a pensar que íbamos por el buen camino–, lo cierto es que la tendencia sigue al alza, por encima de lo que cabría esperar, con picos destacados algunos años, que no se justifican sólo por lo que nosotros hemos ido emitiendo.

Todo apunta a que también están entrando en juego las emisiones naturales de este gas, ajenas a nuestras actividades, aunque no al calentamiento global, ya que el imparable ascenso de las temperaturas está despertando de un largo letargo al metano que durante muchos miles de años ha permanecido congelado en el permafrost y los fondos oceánicos. La liberación del gas refuerza a su vez el calentamiento global, lo que constituye un claro ejemplo de retroalimentación positiva de la temperatura.

Cráter encontrado en la península de Yamal, en el norte de Rusia, encontrado en 2014, que se suma a otros muchos formados en los últimos años en zonas de Siberia donde el permafrost se está descongelando, liberándose metano. © Vasily Bogoyavlensky / AFT / Getty Images.


El metano atrapado en el permafrost

Cada vez son más frecuentes las noticias que alertan del rápido e inexorable descongelamiento del permafrost de las regiones boreales, especialmente abundante en el extenso territorio ruso ocupado por la tundra siberiana. El citado permafrost –tal y como puede deducirse del acrónimo con el que es conocido internacionalmente– es el nombre que recibe aquel terreno que permanece siempre congelado, salvo una pequeña fracción del mismo sometida a una fusión estacional, que se corresponde con la parte más superficial de dicho terreno.

La magnitud alcanzada ya por el calentamiento global en latitudes altas del hemisferio norte está empezando a descongelar una parte del permafrost. Ese proceso conlleva la liberación de gases atrapados en la materia orgánica –congelada hasta ese momento–, con el CO2 y, sobre todo, el metano a la cabeza.

La fuga del metano presente en el permafrost está provocando la aparición de profundos cráteres en Siberia.

Al margen de las observaciones de campo llevadas a cabo en distintas campañas científicas, que certifican la fuga de metano, se están produciendo cambios acelerados en la geomorfología del permafrost. Cada vez abundan más las ciénagas, lagunas de deshielo y terrenos encharcados, también se forman, a veces, abombamientos del suelo, que delatan la presencia de una gran bolsa o burbuja de metano por debajo. Pero el fenómeno más llamativo es la formación de cráteres, algunos de ellos de considerables dimensiones. Una de las zonas donde empezaron a aparecer, hace unos años, es la península de Yamal, en el norte de Rusia, bañada por el océano Glacial Ártico, si bien se han documentado en otras regiones de la inmensa tundra siberiana.

A falta de una investigación a fondo del fenómeno, la causa que parece explicar la formación de esos cráteres es la acumulación de metano en grandes cantidades en el subsuelo, lo que va generando una presión cada vez mayor sobre la capa de terreno más superficial, hasta que ésta no resiste y salta, literalmente, por los aires, formándose el boquete. La fuga de metano, tanto al aflorar bruscamente a la superficie esas bolsas de gas, como a través de las grietas y fisuras presentes en esos terrenos en fase de deshielo, es un fenómeno que escapa a nuestro control y que, todo apunta a que irá a más. Teniendo en cuenta el gran reservorio de metano del actual permafrost, esa liberación del gas a la atmósfera nos pondrá todavía más difíciles las cosas para intentar poner freno al calentamiento global.

Zonas (en azul) donde se mantienen estables los hidratos de gas metano, en el permafrost (a) y en el medio oceánico (b), por debajo del lecho marino. © Universidad de Stanford


La liberación de metano de los hidratos de gas

Y como las malas noticias no suelen venir solas, otro hecho inquietante complica todavía más las cosas. El metano no solamente está presente en las grandes bolsas de gas natural y otros combustibles fósiles que extraemos, procesamos, transportamos y quemamos, ni en el permafrost; también se encuentra formando grandes reservorios en numerosos lugares situados bajo el lecho marino, en unas condiciones de presión y temperatura que permiten la existencia de los llamados hidratos de gas (metano). Esta sustancia, formada por una mezcla del citado metano con agua, permanece congelada y tiene su origen en la descomposición de las distintas especies que viven en el medio marino, en combinación con agua salada cerca de su punto de congelación, lo que ocurre en las profundidades abisales.

Hace ya algunas décadas empezaron a localizarse los lugares del mundo (decenas de ellos) en los que hay hidratos de gas, en un intento por explotar una nueva fuente de energía fósil, si bien se comprobó que la extracción de los hidratos conllevaría grandes emisiones de metano en forma gaseosa, inasumibles si queremos reducir nuestra aportación de ese gas a la atmósfera.

En el marco del calentamiento global, hace algún tiempo empezaron a detectarse fugas de metano provenientes de los hidratos de gas. Recientemente, se anunciaba una en una zona cercana a la costa brasileña, siendo la primera vez que se observa en el hemisferio sur. Todo apunta que la subida de la temperatura se está transmitiendo también a algunas zonas profundas del océano, con la consiguiente desestabilización en los hidratos de gas.

FUENTE: eltiempo.com

jueves, 10 de septiembre de 2020

La ONU alerta de que la crisis climática sigue agravándose pese al frenazo derivado de la pandemia

 Todo apunta a que el período 2016-2020 será el quinquenio más cálido jamás registrado.

El parón en la actividad por la pandemia del coronavirus ha reducido ligeramente las emisiones de gases de efecto invernadero, pero no ha servido para detener el avance de la crisis climática, que sigue agravándose, según datos recopilados por la ONU.



En un nuevo informe publicado este miércoles, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y Naciones Unidas señalan que las concentraciones de gases en la atmósfera registran niveles sin precedentes y no dejan de aumentar, mientras que todo apunta a que el período 2016-2020 será el quinquenio más cálido jamás registrado.

"Este ha sido un año sin precedentes para las personas y para el planeta. La pandemia de la COVID-19 ha trastocado vidas en todo el mundo. Al mismo tiempo, el calentamiento de nuestro planeta y la alteración del clima han continuado a un ritmo acelerado", apunta en el documento el secretario general de la ONU, António Guterres.

"Este informe evidencia que, aunque muchos aspectos de nuestras vidas se han visto alterados en 2020, el cambio climático avanza implacable", añade el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.


Una caída temporal de las emisiones

Según el estudio, que recopila datos de varias agencias internacionales, se espera que en 2020 las emisiones globales de CO2 disminuyan entre un 4 % y un 7 % como consecuencia de las medidas de confinamiento impuestas para combatir el coronavirus.

Las emisiones llegaron a caer un 17 % en términos interanuales en abril, pero para principios de junio ya se habían vuelto a situar cerca de los niveles de 2019, cuando se registraron máximos históricos.

En los últimos años, las emisiones habían subido tanto que la caída sin precedentes vivida en abril apenas situó las emisiones en cifras similares a las de 2006. En 2019, se alcanzó un nuevo récord de 36,7 gigatoneladas (Gt) de CO2 emitidas, lo que supone un 62 % más que las registradas cuando empezaron las negociaciones sobre el cambio climático en 1990.

El estudio confirma nuevamente que los actuales niveles de emisiones "no son compatibles" con las trayectorias que deberían seguir para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, el gran pacto sellado en 2016 para mantener el alza de las temperaturas este siglo por debajo de 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales.

Según la OMM, la reducción de las emisiones en 2020 tendrá un efecto muy limitado en la tasa de incremento de sus concentraciones atmosféricas de CO2, dado que estas son el resultado de las emisiones actuales y pasadas y del período de vida sumamente prolongado de ese gas.

Así, las concentraciones no han dado señales de tocar techo y han seguido aumentando hasta alcanzar nuevos registros sin precedentes, según el informe, que subraya que para estabilizar el cambio climático, las emisiones deben reducirse de forma sostenida hasta lograr que las emisiones netas sean equivalentes a cero.


Temperatura sin precedentes

Según el informe, se espera que la temperatura media mundial del período 2016-2020 sea la más cálida de la que se tiene constancia, aproximadamente 1,1 grados centígrados por encima de la media de 1850-1900, el período que se toma como referencia para evaluar el cambio que la temperatura ha experimentado desde la era preindustrial, y 0,24 grados más cálida que la temperatura media mundial del período 2011-2015.

Entre 2020 y 2024 hay fuertes posibilidades de que por lo menos en un año se superen en 1,5 grados los niveles preindustriales, algo que se busca impedir con el Acuerdo de París.

Mientras, sigue reduciéndose la extensión de hielo marino en el Ártico, que ha disminuido en todos y cada uno de los meses entre 1979 y 2018, según el estudio.

También sigue perdiéndose masa de hielo en los glaciares y la subida del nivel del mar se ha acelerado en el último decenio, al tiempo que los océanos han visto cómo su temperatura sube de forma continuada, lo que está teniendo consecuencias meteorológicas y en la biodiversidad.

La ONU, además, alerta de que la pandemia ha afectado a la recopilación de datos sobre el clima, lo que puede dejar lagunas en las cifras históricas y perjudicar a los pronósticos de cara a los próximos años.


FUENTE: laopiniondemurcia.es

miércoles, 9 de septiembre de 2020

El hielo del verano en el Ártico podría “desaparecer” en 2035

 Los 13 años con la extensión de hielo más pequeña registrada han sucedido durante los últimos 13 años. El nuevo estudio científico compara lo que sucede ahora con el periodo interglacial hace unos 127.000 años y simula el futuro próximo.


La cantidad de hielo marino que flota sobre el océano Ártico al final del verano ha disminuido cerca de 13% por década desde 1979.

Nuevas noticias desalentadoras llegan desde el Ártico. En un año particularmente adverso con temperaturas excepcionalmente altas y récords históricos, un reciente estudio indica que en apenas 15 años el hielo marino podría desaparecer durante el verano.

Cabe destacar que por “sin hielo” los científicos generalmente se refieren a una extensión de menos de un millón de kilómetros cuadrados, siendo 3,4 millones de km² el nivel más bajo registrado en 2012.

La cantidad de hielo marino que flota sobre el océano Ártico al final del verano ha disminuido cerca de 13% por década desde 1979. Los 13 años con la extensión de hielo más pequeña registrada han sucedido durante los últimos 13 años y este verano presenta todas las características para convertirse en el número 14.


El estudio llevado a cabo

El grupo de investigadores utilizó un modelo climático para analizar lo sucedido en el océano Ártico durante el último periodo interglacial, llegando a la conclusión que las altas temperaturas que se producen en primavera y comienzos del verano crean muchos estanques de deshielo, lo que en su momento ocasionó el deshielo del mar.

Ahora, con esos datos y generando simulaciones, los científicos analizaron lo que puede suceder en el futuro próximo con el Ártico. En el estudio publicado en la revista Nature Climate Change, el cual fue realizado por científicos del Centro Hadley del Reino Unido, se advierte que los análisis del hielo marino y los grandes estanques de deshielo (una especie de charcos gigantescos poco profundos en las placas de hielo), muestran condiciones muy similares a las observadas hace unos 127.000 años. Estos estanques que se alojan sobre la superficie del hielo marino evidencian cuánta luz solar es absorbida por éste.


Por “sin hielo”, los científicos generalmente se refieren a una extensión de menos de un millón de kilómetros cuadrados.


Los análisis apuntan a que el hielo desaparecería del océano durante varios meses al año, con los consecuentes efectos sobre los diversos ecosistemas del lugar.

“El caso es que esto va a suceder pronto”, dice Maria Vittoria Guarino, modeladora del sistema terrestre de la Investigación Británica de la Antártida y autora principal del trabajo. “Tendremos cada vez menos tiempo para prepararnos para ello, o menos tiempo para actuar en consecuencia si queremos hacer algo al respecto”.

Louise Sime, jefa de grupo del grupo de Paleoclima de la investigación, indicó: "sabemos que el Ártico está experimentando cambios significativos a medida que nuestro planeta se calienta. Al comprender lo que sucedió durante el último período cálido de la Tierra, estamos en una mejor posición para entender lo que sucederá en el futuro. La perspectiva de la pérdida de hielo marino para 2035 realmente debería centrar todas nuestras acciones en lograr un mundo con bajas emisiones de carbono tan pronto como sea humanamente posible".


FUENTE: eltiempo.es

Seis preguntas sobre el cambio climático que te harán reflexionar

 El libro ‘y vimos cambiar las estaciones’ empieza con una distopía donde las consecuencias del cambio climático han activado la propagación de un virus. En él se plantean algunas preguntas claves sobre el calentamiento global que nos pueden ayudar a reflexionar.

El clima está cambiando, modificando secuencias tan básicas como las estaciones. Muchos escenarios futuros que parecían imposibles ahora resultan realistas.

Entre los libros recomendados recientemente por la guía de recursos educativos sobre el cambio climático se encuentra ‘Y vimos cambiar las estaciones’ del filósofo Philip Kitcher y la física Evelyn Keller. Este ensayo comienza con una distopía bastante negativa centrada en el discurso del día del clima de 2159. Poca población asiste debido a que miles de millones de personas murieron a causa de las catástrofes naturales, las guerras por falta de recursos y también, La Gran Pandemia.

"No tenemos una imagen clara de lo que siguió. Nuestros médicos no han sido capaces de averiguar el origen exacto de la Gran Pandemia… No obstante hay algo de lo que podemos estar seguros: una o varias infecciones se propagaron con enorme rapidez".

El objetivo del libro es impulsar el debate democrático sobre el cambio climático. Para ello presenta seis escenas cotidianas a modo de diálogo entre Joe, personaje escéptico y Jo una activista. Las seis preguntas claves son las siguientes...

Las portadas de las ediciones en castellano e inglés del libro 'Y vimos cambiar las estaciones'.


¿Es de verdad?

Sin duda, el calentamiento global ha sido una evidencia científica altamente cuestionada. Medir la temperatura global de todo el planeta y hacerlo para unos cientos de años atrás cuando ni siquiera existían termómetros no ha sido trivial. Sin embargo, el escepticismo no siempre se ha centrado en cuestionar la complejidad del método científico sino en otros intereses.


¿Y qué?

Muchas son las incertidumbres sobre las consecuencias del cambio climático: cómo aumentarán las sequías, las inundaciones y otros eventos extremos. Más difícil aún es cuantificar las personas que se verán afectadas. Abordar problemas llenos de incertidumbres hace menospreciarlos frente a otros menores con mayor certeza.


¿Por qué preocuparse?

El cambio climático ha sido fácil de procrastinar. Excusas como por qué debe preocuparnos algo que afectará a generaciones futuras, algo que quizás no afecte a nuestra región e incluso por qué debe ser el cambio climático nuestra principal preocupación habiendo tantas injusticias en el mundo actual.


¿Qué puede hacerse?

Se abordan las estrategias tanto para reducir emisiones como para mitigar las consecuencias del calentamiento global. Apostar por las energía renovables, darle una oportunidad a la energía nuclear, subir impuestos, sacrificar viajes en avión, etc. Analizan cómo afectaría a nuestra calidad de vida y cuánto disminuiría el PID respecto a no tomar medidas.



¿Quién paga?

Aquí se plantea si los países que más han contaminado deben ser los que más sacrificios hagan. ¿Hasta qué punto se debe dejar contaminar a los países en vías de desarrollo? La atmósfera no entiende de fronteras, quien contamina no es el que siempre sufre las consecuencias.


¿Una nueva política?

Según los autores, los políticos tienen enfrente un ambicioso reto que llaman la cuádruple obligación que consistiría en:


Conservar el mundo habitable para nuestros descendientes.

Dejar que las naciones más pobres puedan desarrollarse.

Atender a las penurias de los ciudadanos de los países desarrollados.

Preservar los logros de nuestra especie.

FUENTE: eltiempo.com

La restauración de los bosques tropicales mejora la recuperación del almacenamiento de carbono en más del 50%.

Un estudio incide en la diferencia entre la intervención humana y la regeneración natural.

Un equipo internacional de científicos de 13 instituciones ha proporcionado la primera comparación a largo plazo de las tasas de recuperación de carbono en la superficie entre los bosques que se regeneran naturalmente y los que se restauran activamente en el Borneo malasio.

Vista aérea de la selva en Sabah, Borneo (Malasia). 

Los investigadores han encontrado que las prácticas de restauración mejoraron la recuperación del almacenamiento de carbono en más del 50% en comparación con la regeneración natural, según publican en la revista 'Science'.

Más de la mitad del carbono en la superficie del mundo se almacena en los bosques tropicales, cuya degradación representa una amenaza directa para la regulación climática global.

La deforestación elimina el carbono de la superficie en forma de árboles, lo que reduce el tamaño de las reservas mundiales de carbono en el proceso.

Una vez que los bosques se degradan, a menudo se percibe que tienen poco valor ecológico, a pesar de la evidencia de su capacidad para continuar proporcionando importantes servicios ecosistémicos y para almacenar cantidades significativas de carbono.

Este concepto erróneo ha marcado a los bosques degradados como los principales candidatos para la conversión total a plantaciones agrícolas, pero investigaciones recientes desafían esta idea y ofrecen una alternativa prometedora: la restauración forestal es una solución más sostenible capaz de reponer el almacenamiento de carbono y preservar la biodiversidad.

Si bien este concepto no es nuevo, la adopción de prácticas de restauración se ha visto obstaculizada por las incertidumbres sobre su efectividad.

El equipo internacional de científicos de 13 instituciones, incluidos investigadores del Centro de Descubrimiento Global y Ciencias de la Conservación de la Universidad Estatal de Arizona (GDCS), ha eencontrado que las prácticas de restauración mejoraron la recuperación del almacenamiento de carbono en más del 50% en comparación con la regeneración natural.

"No hace mucho, tratábamos a los bosques tropicales degradados como causas perdidas. Nuestros nuevos hallazgos, combinados con los de otros investigadores de todo el mundo, sugieren firmemente que restaurar los bosques tropicales es una solución viable y altamente escalable para recuperar las reservas de carbono perdidas en la tierra", agrega el coautor y director de GDCS Greg Asner.

Los investigadores estudiaron un área de bosque tropical en el Borneo de Malasia, donde las actividades agrícolas han provocado un aumento de las tasas de deforestación durante años.

El sitio de estudio fue intensamente talado en la década de 1980 y posteriormente protegido de una mayor tala o conversión a la agricultura de plantación.

Para evaluar la recuperación del bosque, Asner y su equipo mapearon el área utilizando su Observatorio Aerotransportado Global, equipado con potentes láseres y espectrómetros, en 2016.

Los mapas resultantes revelaron la ubicación y la cantidad de carbono almacenado sobre el suelo en miles de hectáreas de bosque.

Las áreas dejadas para regenerarse naturalmente recuperaron hasta 2,9 toneladas de carbono sobre el suelo por hectárea de bosque cada año, destacando la capacidad de los bosques degradados para recuperarse si están protegidos de la conversión agrícola completa.

El primer autor Chris Philipson, de la Universidad de Dundee y la ETH de Zúrich (Suiza), destaca que "esto confirma cuantitativamente que si los bosques degradados obtienen una protección eficaz, pueden recuperarse bien de forma natural".

Aún más importante, los investigadores encontraron que las áreas forestales que se sometieron a una restauración activa se recuperaron un 50% más rápido, de 2,9 a 4,4 toneladas de carbono sobre el suelo por hectárea por año.

Los métodos de restauración incluyeron plantar especies de árboles nativos, eliminar las enredaderas y ralear la vegetación alrededor de los árboles jóvenes para mejorar sus posibilidades de supervivencia.

La recuperación completa de ACD en un bosque talado que se regenera naturalmente tomaría alrededor de 60 años, mientras que la recuperación de un bosque activamente restaurado toma solo 40 años.

Esta es la primera vez que se ha utilizado un conjunto de datos de series de tiempo largas para demostrar que la restauración activa ayuda a la regeneración de los bosques después de la tala y otras perturbaciones.

Sin embargo, el precio actual del carbono aún no es suficiente para pagar el costo de la restauración, lo que limita el impacto que este enfoque puede tener en la crisis del cambio climático.

No obstante, los nuevos programas de compensación de carbono podrían potencialmente financiar estos costos de restauración.

"La ciencia ha trazado un camino claro para los administradores de tierras. Ahora debemos volver a la economía del problema para generar el apoyo para buscar estas soluciones -señala Asner-. Restaurar los bosques tropicales degradados sirve para mitigar el cambio climático y, en el camino, salva la biodiversidad".

FUENTE: Laopiniondemurcia.es

La gran muralla verde africana, el ambicioso proyecto para contener los efectos del cambio climático

Decenas de países de África quieren trazar una gran muralla de este a oeste del continente para delimitar el desierto más extenso del planeta.

Crear un muro verde gigante que rodee el desierto del Sahara para contener su expansión, no es una ocurrencia reciente, sino una iniciativa que la Unión Africana puso en marcha en el año 2007.

El objetivo, contrarrestar los efectos del cambio climático, proteger y potenciar la vida salvaje y evitar la deforestación. Pero además, se busca que los 30 países implicados en su desarrollo lo sientan como propio y evolucionen de forma próspera a su alrededor.

Son 30 países porque lo que empezó como muro de contención hacia el sur ya ambiciona ser un anillo que rodee el desierto más extenso del planeta.

Este efecto expansionista parece haber llegado a también a otros lugares del mundo, en Pakistan, por ejemplo, ya tienen su propio tsunami de los 10.000 millones de árboles. Se trata del proyecto de reforestación más ambicioso del que es el quinto país más poblado de la Tierra.

Las imágenes del antes y el después publicadas por el consejero del Primer Ministro pakistaní para el Cambio Climático son sorprendentes. Los efectos positivos en la generación de trabajo en la zona también parecen notables.

Aunque no todos apoyan la iniciativa, de hecho, un grupo de yihadistas pakistaníes arrancó los árboles plantados por los 'infieles'.

En el caso de África también hay quien defiende el desierto como un ecosistema sostenible que debe ser protegido y respetado, pese a que en los últimos 100 años ya se haya incrementado en un 10% el total de su extensión. 


VER Vídeo sobre noticia y fuente: LASEXTA.COM

La crisis climática provocará un aumento del 25% de las gotas frías en el Mediterráneo

 La Agencia Europea del Medio Ambiente alerta de que el calentamiento de la atmósfera es ya casi irreversible.

Climatología advierte de que impedir la ocupación de las zonas inundables resulta estratégico. Las comarcas del Altiplano, Guadalquivir o Vega Alta sufrirán más los efectos de las sequías o inundaciones.

Curso del río Segura, a su paso por Murcia, durante la DANA de septiembre de 2019.

El riesgo de lluvias torrenciales e inundaciones en España va a aumentar un 25% en los próximos 50 años y la Región de Murcia es una de las zonas más amenazadas de Europa por el aumento de la temperatura del nivel del mar, consecuencia del cambio climático. Así lo demuestran los datos recogidos en el nuevo portal de mapas 'Impacto del cambio climático en Europa' elaborado por la Agencia Europea del Medio Ambiente a través de la plataforma ArcGIS de Esri.

El objetivo es mostrar el impacto del cambio climático en Europa en los próximos años. Los autores del estudio advierten también de que España y Portugal son los países europeos más castigados por las sequías, lo que significa que el riesgo de desertificación podría aumentar también en todas las regiones de la Península Ibérica.

«La cuestión es que el calentamiento está afectando ya a la circulación atmosférica general y se están formando más gotas frías que antes en el Mediterráneo.  Por lo tanto, el riesgo de inundaciones será mayor en las próximas décadas», subrayó Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. Para Olcina, la provincia debe acometer dos actuaciones urgentes. Por un lado, «evitar la ocupación de zonas inundables y desalojar aquellas áreas que estén situadas en zonas de alto riesgo y, por otro lado, acondicionar los sistemas de alcantarillado de las ciudades para que se adapten a la nueva forma de llover, más intensa, que está experimentándose ya por efecto del calentamiento climático», añadió el climatólogo.

Sequías, inundaciones e incendios forestales son algunos de los fenómenos recogidos en el portal, analizados en base a distintos informes de la Agencia Europea del Medio Ambiente. El portal recoge comparaciones que muestran el efecto del cambio climático en Europa en dos situaciones distintas: un escenario de bajas emisiones y otro de altas emisiones. De esta manera, se puede comparar cuál es el efecto del cambio climático a lo largo del siglo XXI en Europa, tanto si se acometen políticas para paliarlo, como si no se hace.

Los cambios proyectados para la Región de Murcia en cuanto a las sequías meteorológicas de cara a los próximos 50 años alertan de escenarios más graves para casi toda la Comunidad, salvo el campo de Cartagena y del Guadalentín si las emisiones de gases de efecto invernadero no son altas. Si lo fueran, comarcas como el Noroeste, la Vega Alta o el Altiplano sufrirán sequías severas. Respecto al escenario de cambios en las fuertes lluvias que se pueden registrar en invierno y verano en el período 2071-2100 en comparación con el clima actual también deja datos preocupantes. Más allá de que en el sur de Europa podría haber aumentos de precipitaciones torrenciales de hasta un 25%, en la Región el impacto de la crisis climática dejaría peores previsiones para zonas como Jumilla, Yecla, Cieza o Lorca.

La 'Puerta del Infierno' es imparable: el deshielo la hace 13 metros más grande al año

 Uno de los accidentes geográficos más impresionantes de la Tierra sigue creciendo a un ritmo de 13 metros por año por culpa del ascenso de las temperaturas y los incendios.

El impresionante cráter de Batagaika. (Research Institute of Applied Ecology of the North)

En mitad de Siberia, una monumental grieta ha atraído todas las miradas a nivel mundial. Lo que hace poco más de medio siglo tan solo era un barranco con un par de metros de profundidad se ha convertido, por méritos propios, en uno de los accidentes de la naturaleza más impresionantes de nuestro planeta, que aumenta de tamaño cada año y del que los científicos no saben hasta donde puede crecer: es conocido en medio mundo como la Puerta del Infierno.

Este impresionante fenómeno se dio a conocer en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando los habitantes de Batagai —una ciudad situada en la Siberia oriental (Rusia)— se encontraron con algo inesperado: un impresionante cráter en mitad de la nada, donde antes tan solo había un pequeño precipicio. Pronto se comenzó a investigar en la zona y, desde hace varias décadas, trata de conocerse qué tamaño puede alcanzar, algo sobre lo que se siguen teniendo dudas.

Situado en Siberia, toda la superficie terrestre de la zona es permafrost, es decir, suelo permanentemente congelado. El ascenso de las temperaturas como consecuencia del cambio climático provocó que una determinada zona cogiera mayor temperatura de la que debía y, por tanto, que el suelo helado se convirtiera en agua. La acumulación del líquido elemento pronto reblandeció el terreno, provocando su hundimiento y que se generara un agujero de increíbles dimensiones.

El cráter de Batagaika continúa creciendo año tras y año y un último estudio publicado en la revista 'Science' revela que su tamaño crece unos 13 metros de media por año: así, en la actualidad tiene casi dos kilómetros de largo, 900 metros de ancho y unos 150 metros de profundidad. Este incremento es notable desde 2016, pues según este estudio, hasta esa fecha su media de crecimiento era de 10 metros, por lo que en el último lustro la brecha se ha incrementado en tres metros por año.

La Puerta del Infierno en realidad no es más que un colapso del permafrost, pero de un tamaño inaudito. El notable aumento de las temperaturas en Siberia, especialmente en los últimos años, está provocando que el deshielo de su suelo sea cada vez más rápido, a lo que hay que sumar el grave problema de los incendios en la zona: según Greenpeace, solo en 2020 han ardido 19 millones de hectáreas en la zona, es decir, más de un tercio del total de la superficie de España.

De hecho, los expertos han llegado a la conclusión de que su tamaño ya es tan importante que, aunque consiguiéramos volver a tener las condiciones climáticas de comienzos del siglo pasado, ya sería imposible que este cráter se cerrara de manera natural. O, dicho de otra manera, este enorme agujero jamás se cerrará: de hecho, la previsión es que en los próximos años siga derrumbándose el permafrost y, por tanto, haciéndose cada vez más grande.


Deforestación y altas temperaturas

Los científicos llevan varios años realizando investigaciones en la zona, considerándola un lugar ideal para el análisis: no en vano, han descubierto que la antigüedad del suelo es de 200.000 años y, en el interior del cráter, han conseguido encontrar restos de grandes bisontes o mamuts desaparecidos hace miles de años de nuestro planeta. Pero incluso han conseguido ir más allá, encontrando que hace 125.000 años la temperatura media en la zona era superior a la actual.

Y ahí, precisamente, es donde radica una de las grandes causas del tamaño de la Puerta del Infierno. Si hace tanto tiempo hacía más calor, ¿por qué se ha derretido en la actualidad el permafrost? La explicación es sencilla: la deforestación. La ausencia de los árboles que existían en la zona provoca que el suelo haya perdido su protección estructural, además de que la ausencia de vegetación evita que haya sombra, fundamental para enfriar el permafrost y evitar el deshielo.

Pero no solo la deforestación es la culpable de que el permafrost se esté descongelando. En junio, se vivió una de las situaciones más extrañas de todos los tiempos: la ciudad de Verkhoyansk, situada al norte de Siberia y a solo 75 kilómetros de Batagai, registró una temperatura de 38 grados. Que una de las zonas más frías del planeta viva situaciones tan ilógicas genera que el suelo helado pierda consistencia a pasos agigantados... y que la Puerta del Infierno sea cada vez más grande.


FUENTE: El Confidencial


jueves, 3 de septiembre de 2020

Se acerca una inundación global que cambiará al mundo

Las marejadas ciclónicas provocará en 80 años una inundación que afectará a todos los continentes.

Olas impactando contra un muro.


Una investigación liderada por la Universidad de Melbourne y publicada en la revista Nature Scientifc Reports, ha descubierto que una inundación global amenaza a nuestro planeta.

Desarrolló un modelo global de cómo las mareas, las olas y las tormentas evolucionarán como consecuencia del cambio climático y descubrió que, si no se desarrollan medidas de protección costera, ni se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, la superficie inundada del planeta aumentará un 48% respecto a las estimaciones actuales.

Eso significa que a la superficie inundable calculada hasta el momento hay que sumarle 250.000 kilómetros cuadrados más, ascendiendo hasta los 800.000 kilómetros cuadrados en total.

Las personas afectadas por este cambio dramático de escenario aumentarán en 77 millones de personas, ascendiendo hasta los 225 millones, un 52% más de lo que se registra en la actualidad.

En la actualidad 600 millones de personas viven en zonas costeras a menos de 10 metros sobre el nivel del mar, lo que implica que casi el 40% de ellas se verán afectadas por las inundaciones (el 4% de la población mundial).

Los 'puntos críticos' globales donde se proyecta que habrá un cambio significativo en las inundaciones episódicas para finales de siglo se concentran principalmente en el noroeste de Europa y Asia, señalan los investigadores en su artículo. El estudio muestra que las áreas de riesgos importantes se distribuyen por todos los continentes, con puntos críticos en Australia, Nueva Zelanda, China, India, Sudeste de Asia, Sudeste de África y América del Norte.


Escenario climático

El análisis se basa en un escenario climático en el que las concentraciones de dióxido de carbono (CO?) en la atmósfera continúan aumentando rápidamente, tal como ocurre en la actualidad.

"Un clima más cálido está impulsando el aumento del nivel del mar porque el agua se expande a medida que se calienta y los glaciares se están derritiendo. El cambio climático también está aumentando la frecuencia de mares extremos, lo que aumentará aún más el riesgo de inundaciones", explica la autora principal, Ebru Kirezci, en un comunicado.

«Lo que dicen los datos y nuestro modelo es que, en comparación con ahora, lo que vemos como un evento de inundación extrema de 1 en 100 años será diez veces más frecuente debido al cambio climático». Añade que los niveles del mar han aumentado en aproximadamente tres a cuatro milímetros por año, y aunque esto puede no parecer mucho, los niveles elevados de agua se convierten en una amenaza mayor cuando se combinan con grandes tormentas.


Mareas y tormentas

Los investigadores consideran que el calentamiento global está ampliando el impacto costero de las mareas y las tormentas, así como su frecuencia y virulencia, lo que constituyen factores claves para provocar el aumento de la superficie terrestre y millones de personas afectadas.

Más concretamente, lo que provocará el cambio de escenario son las mareas cada vez más altas, las marejadas ciclónicas (inundación costera asociada con un sistema atmosférico de baja presión) más frecuentes y el aumento de las olas rompientes, que se producen por un aumento rápido del viento sobre el nivel del mar.


El nivel del mar, lo más peligroso

El equipo, que incluye investigadores de los Países Bajos, el Reino Unido y Alemania, aplicó una variedad de métodos de análisis para desarrollar una serie temporal de niveles globales del mar, combinando datos de mareas, mareas de tormenta, olas y aumento promedio del nivel del mar.

Utilizando esto, determinaron el nivel de mar extremo en 100 años y el evento de inundación costera correspondiente. Todo ello lo tradujeron en poblaciones y activos en riesgo potencial de inundaciones episódicas, proyectadas para los años 2050 y 2100.

Los resultados mostraron que aproximadamente un tercio de las inundaciones serán causadas por el aumento del nivel del mar y los dos tercios restantes por mareas y tormentas, lo que le cuesta al mundo una cantidad que equivale al 20% de su PIB.


Primer paso

El análisis no tiene en cuenta las defensas contra inundaciones existentes que en lugares como el norte de Europa ya brindan una protección significativa. Pero los investigadores advierten que el alcance del mayor riesgo resaltado por el estudio muestra cuán vulnerables serán amplias regiones del mundo a menos que se tomen medidas para mitigar los efectos del cambio climático y expandir las defensas contra las inundaciones.

Añaden que su trabajo representa solo un primer paso para determinar los impactos globales del aumento del nivel del mar, y que se necesitan nuevos estudios para concretar mejor las amenazas que representan a nivel regional y determinar las mejores respuestas, tanto políticas como técnicas. 


FUENTE: https://bit.ly/34Zdfdn