viernes, 11 de febrero de 2022

Las sequías en España: Radiografía de los últimos 318 años

 


  • La cuenca mediterránea es testigo desde hace al menos cinco décadas de un aumento de las sequías, pero ¿siempre ha sido así?
  • Un equipo de la Universidad de Zaragoza ha logrado por primera vez reconstruir las sequías de 1694 a 2012 a partir del índice de precipitación y el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles.
  • Según el trabajo, los doce meses anteriores al mes de julio de 2012 fueron los más secos.

 

Las sequías son un fenómeno recurrente en la cuenca mediterránea con consecuencias negativas para la sociedad, las actividades económicas y los sistemas naturales. Nadie parece dudar sobre el hecho de que las temperaturas aumenten desde hace unas décadas en todo el planeta. Sin embargo, la percepción de esta tendencia no parece tan evidente cuando se trata de precipitaciones, de las que se tienen datos a partir del año 1950.

Así, hasta ahora, el estudio de la recurrencia y severidad de las sequías en España se ha basado en la información de las estaciones meteorológicas, con datos suficientes solo desde mediados del siglo XX.

Muchos acontecimientos extremos se asocian con cambios históricos y culturales catastróficos de los últimos tres siglos

Para comprobar la evolución de las sequías, científicos del departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza han utilizado información indirecta, como el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, para reconstruir el clima de la cordillera ibérica desde 1694 y analizar los periodos secos a partir del Índice Estandarizado de Precipitación (SPI).

Los investigadores recogieron 336 muestras y 45.648 anillos de crecimiento de cinco especies diferentes (P. sylvestris, P. uncinata, P. nigra y P. halepensis) a partir de 21 localizaciones de la provincia de Teruel, al este de la península ibérica, a una altitud media de 1.600 metros. 

Los resultados, publicados en International Journal of Biometeorology, han permitido evaluar las sequías de los últimos tres siglos y revelan que los doce meses que precedieron al mes de julio de 2012 fueron los más secos de todo el periodo contemplado. “Hemos logrado identificar siete momentos especialmente secos y cinco húmedos desde finales siglo XVII”, declara a Sinc Ernesto Tejedor, autor principal del estudio. 

 

 

Los periodos más secos

Según los investigadores, además de estos periodos, hubo 36 años extremadamente secos y 28 años muy húmedos desde finales del siglo XVII. “Algunos de estos años secos, como 1725, 1741, 1803 o 1879, se identifican también en otras reconstrucciones de sequías en Rumania y Turquía, lo que demuestra la coherencia a mayor escala de las desviaciones extremas y su relación con procesos atmosféricos más globales”, añade Tejedor. 


Análisis de los anillos de crecimiento de los árboles (UNIZAR/CC)

Muchos de estos acontecimientos extremos se asocian con cambios históricos y culturales catastróficos de los últimos tres siglos. De hecho, el año 1725 se conoce como ‘El año sin cosecha’ en Monegros. Así, quedan reflejados en documentos históricos como las rogativas ‘pro pluvia’, “ya que las intensas sequías provocaban malas cosechas con graves consecuencias para la sociedad”, comenta el científico. 

La reconstrucción de las sequías a partir de la dendrocronología no permite hacer predicciones de manera directa de eventos extremos futuros, aunque estas reconstrucciones sí se utilizan para validar los modelos de cambio climático futuro. “Lo que se está viendo durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI es un aumento en la recurrencia de los fenómenos extremos, tanto de años secos como de años húmedos”, recalca a Sinc el investigador. 

Para el experto, las predicciones en cuanto a la variabilidad y tendencia de las precipitaciones todavía no son tan fiables como las de temperatura, ya que influyen otros factores que todavía se están estudiando.

FUENTE: iagua.es

lunes, 7 de febrero de 2022

El glaciar de la cima del Everest se ha derretido en un 50%

 Alarma entre los científicos: ni el techo del mundo se salva del calentamiento global.




Por si no había suficientes señales del acelerado calentamiento que sufre la Tierra, ahora se ha sabido que la cima del propio Everest se está fundiendo. El glaciar situado en lo más elevado de la montaña más alta de la Tierra se está derritiendo rápidamente a medida que aumentan las temperaturas, según una investigación que evidencia la magnitud y el alcance del cambio climático causado por el hombre.

El glaciar South Col, en la cima del Monte Everest, estaba hasta hace poco cubierto de nieve, que reflejaba la luz del sol y aislaba de este modo la masa de hielo situada debajo. Pero la pérdida de esa nieve en las últimas décadas ha dejado el hielo al descubierto, lo que ha provocado su rápido adelgazamiento.

Los cientificos analizaron un núcleo de hielo de 10 metros de largo en el glaciar, así como datos de estaciones meteorológicas, imágenes de satélite y otros registros. De este modo determinaron que, desde la década de 1990, el glaciar South Col se ha reducido a la mitad y su masa de hielo se ha adelgazado en aproximadamente 55 metros.


Las temperaturas más cálidas, la humedad más baja y los vientos más severos han acelerado esta reducción, señalan los investigadores. Los hallazgos han sido publicados en la revista ‘Clima y Ciencias Atmosféricas’.

"Nuestro estudio demuestra el equilibrio crítico que ofrecen las superficies cubiertas de nieve y la pérdida de los sistemas de glaciares de alta montaña a medida que se agota esa capa de nieve", indican los autores.

“El glaciar más alto del Everest ha servido como centinela de este delicado equilibrio y ha demostrado que incluso el techo de la Tierra se ve afectado por el calentamiento de fuentes antropogénicas”, añadió.


La pérdida del glaciar South Col tiene también consecuencias sociales y es una señal preocupante para los más de 200 millones de personas que dependen del agua de deshielo de los glaciares en las altas montañas de Asia.

El científico también destaca los desafíos que afrontarán las futuras expediciones al Monte Everest, ya que el derretimiento provoca más avalanchas y los escaladores acostumbrados al hielo y la nieve deberán escalar ahora sobre un lecho rocoso descubierto.

Como señala el estudio, "todas las predicciones climáticas para el Himalaya sugieren un calentamiento continuo y una pérdida continua de masa glaciar".

Situación generalizada en el Himalaya


Y es que, efectivamente, el problema abarca a toda la cordillera del Himalaya. En las últimas décadas, el hielo se está fundiendo diez veces más rápido que hace entre 400 y 700 años. La desaparición de los glaciares tendrá un efecto en cadena, pues su derretimiento amenaza el suministro de agua de millones de personas en Asia.

Así lo advierten los investigadores de la Universidad de Leeds que, en otro estudio diferente, publicado en Scientific Reports, han concluido que los glaciares del Himalaya están derritiéndose mucho más rápido de lo que lo hacen estructuras heladas similares en otras partes del mundo.

Esta tasa de pérdida, que los investigadores describen como "excepcional", provocará que en los últimos 400 años el 40% de los 14.798 glaciares del Himalaya hayan desaparecido. Esto supone, a su vez, que el helado paraje ya ha pasado de tener 28.000 kilómetros cuadrados de hielo a tan solo 19.600 en la actualidad.

Durante ese tiempo, el Himalaya también ha perdido entre 390 y 586 kilómetros cúbicos de hielo, el equivalente a todo el que se encuentra hoy en día en los Alpes de Europa central, las montañas del Cáucaso -entre Armenia, Azerbaiyán y Georgia- y Escandinavia juntos.

Toda esta agua que se ha liberado ha llegado ya al mar, lo que ha tenido efecto rebote en el mundo. Desde entonces, el nivel del mar en todo el mundo ha aumentado más de un centímetro.

Del mismo modo, una parte de los glaciares, los que cuentan con detritos naturales en su superficie y representan el 7,5% del total, están perdiendo masa aún más rápido. Su desaparición contribuye al 46,5% de la pérdida de volumen total.

"Esta aceleración en la tasa de pérdida se ha producido en las últimas décadas y coincide con el cambio climático inducido por el hombre”, indica Jonathan Carrivick, autor principal del estudio y subdirector de la Facultad de Geografía de la Universidad de Leeds.

Sin embargo, la pérdida no está siendo uniforme en todo el Himalaya. Las regiones orientales, es decir, las que abarcan el este de Nepal y el norte de Bután, son las más afectadas.


Estudios de referencia (en inglés): nature.com

FUENTE: laopiniondemurcia.es



viernes, 4 de febrero de 2022

Basura COVID, el otro virus que enferma al planeta: dos años de pandemia y ningún protocolo contra toneladas de residuos

 Cada día se desechan toneladas de mascarillas, guantes, test, EPIs, agujas... en su mayoría plástico y material sanitario que están haciendo enfermar nuestro planeta. La pandemia terminará tarde o temprano pero estos residuos se quedarán con nosotros miles de años.


Mascarillas, guantes, trajes de protección, más envases, test, viales y agujas… son los nuevos protagonistas de la gestión de residuos tras dos años de pandemia. Unos útiles muy reales que en la práctica suponen miles de toneladas de desechos sanitarios que pueden tener un impacto terrible en la salud y el medio ambiente.


La Organización Mundial de la Salud advierte de ello. Hay que insistir en la correcta gestión de esta basura pandémica porque es un peligro potencial para los trabajadores sanitarios, para las ciudades y en definitiva para la salud de todo el planeta. Para hacernos una idea de las dimensiones que se manejan, un dato: solo los envíos que partieron de Naciones Unidas para los países más necesitados en estos dos años suponen unas 87.000 toneladas de equipos de protección humanitaria. Casi en su totalidad se han transformado en desperdicios.


Con los primeros compases de la pandemia, la primera medida que se priorizó fue la incineración de los residuos relacionados con el COVID y el vertido. Ni esterilización ni reutilización posterior. Algo que los expertos señalaron desde el principio como un error. La medida poco a poco se ha ido complementando con la fórmula conocida como autoclave. ¿Pero en qué consiste este sistema? ¿Puede ser la solución?


Desde la empresa Stericycle, una de las mayores de nuestro país en gestión de residuos, explican que con la autoclave se esteriliza los residuos hospitalarios utilizando calor húmedo bajo presión. Así, exponen el material contaminado a una temperatura alta, en contacto con el vapor de agua, con ciclos sucesivos de compresión y descompresión para facilitar el contacto entre el vapor y los residuos. Y tras un tiempo (que no especifican), "los posibles patógenos se destruyen o reducen a un nivel en el que no representan un riesgo, ya que la probabilidad de supervivencia de los microorganismos es casi nula". Una vez esterilizados se someten al tradicional triturado y vertido.


No obstante, esto no parece suficiente para acabar con el problema. ¿Se debe cambiar el modelo de gestión a otro en el que prime la reutilización? El caso de los test de antígenos podría ser un ejemplo. Sólo en la última semana se vendieron en España siete millones de estas pruebas. Todo en ellas es plástico, sólo se salva la tira de papel y el algodón del bastoncillo. Sin embargo, su destino es la bolsa de basura orgánica. Desde Ecologistas en Acción lo tienen claro. Esto no es sostenible. Y defienden que al igual que sucede con el sistema SIGRE, en las farmacias se puedan depositar los envases de los test. Algo que desde el Colegio de Farmacéuticos ven difícil ya que no se trata de un medicamento. Otras opciones que plantean para proteger el medioambiente es optar por la reutilización de esos envases plásticos de los test, teniendo que cambiar sólo las tiras de papel. O incluso ir más allá y apostar porque los test de antígenos tengan un soporte de cartón. Sin embargo, para la OMS más allá de los test el problema central que hay que atajar está en los sistemas de protección de los sanitarios. Sus EPIs, mascarillas y guantes generan una cantidad de desechos a nivel global que es inasumible en el medio-largo plazo.


El informe del organismo ofrece varias recomendaciones para afrontar la gestión de residuos sanitarios de forma global y coordinada, que van desde una reducción del empaquetado a un mayor uso de material reutilizable, reciclable o biodegradable.


También recomienda mayor inversión en sistemas de tratamiento de residuos que no utilicen la simple quema de estos desechos, como los citados autoclaves, o en redes logísticas que favorezcan una gestión centralizada y, en la medida de lo posible, circular de los desechos.


"El coronavirus obliga al mundo a reflexionar sobre las carencias y los aspectos más olvidados del sistema de gestión de residuos", señala la directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, María Neira.


La experta Mandeep Dhaliwal va un poco más allá, poniendo el foco sobre los responsables: "la gestión de desechos es una parte integral de la cadena de suministro, como consecuencia de la utilización y la caducidad de los productos sanitarios". Es decir, la responsabilidad debe recaer sobre los propios productores y quienes eligen el tipo de suministro que se compra.


"No podemos proteger la salud humana sin un medioambiente saludable. Los cientos de miles de millones de mascarillas y guantes de plástico desechables que estamos usando tienen un coste enorme", según Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace.


Pero, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestros sistemas de producción y de gestión? ¿Los costes? Lo cierto es que con los hechos en la mano, no lo parece. Hace unos meses varias operaciones de la Guardia Civil y el Seprona ponían en evidencia las malas actuaciones con la gestión de los residuos covid.


Destacan la operación denominada 'Retrovirus' (en coordinación con la Europol) con 53 detenidos y más de 500 inspecciones en 300 centros vinculados con la gestión de residuos sanitarios. Pese a que la mayoría de gestores de residuos cumplían con la normativa, se detectaron graves irregularidades, señaló en su momento Interior. También la operación 'Hartie', en la que la Guardia Civil y la Policía Municipal de Madrid desarticularon una organización delictiva dedicada a la gestión irregular de residuos en la capital. Se detuvo e investigó a 42 personas por los supuestos delitos contra el medio ambiente, organización criminal, robo y hurto de residuos, blanqueo de capitales y traslados de residuos ilícitos al sudeste asiático, China e India principalmente. En total acreditaron 278 traslados ilegales, con un peso de 67.300 toneladas y un valor de 10 millones de euros.


Desde el Gobierno y tras dos años de pandemia sin protocolos para gestionar o minimizar los residuos plásticos de la basura COVID no infecciosa, centran sus esfuerzos en la Ley de Residuos, una de sus principales apuestas para 2022. El proyecto de ley ya ha sido aprobado en el Congreso y entre sus novedades respecto a la ley de 2011, prevé aplicar nuevas tasas y modos a la gestión de la recogida de residuos. Además, aspira a reducir en 2030 la producción de desechos en un 15 % respecto a 2010. Algo que aún está lejos de llegar y que para muchos expertos es insuficiente y llega tarde.


FUENTE: lasexta.com