martes, 31 de marzo de 2020

Pacto de los Alcaldes. Informe Actividad 2019





















El agujero de la capa de ozono se reduce hasta el nivel de hace 30 años

* Supone un ejemplo de los resultados de la cooperación internacional y el activismo social.

La existencia de un enorme agujero en la capa de ozono (situada en la estratosfera terrestre) fue descubierta en 1985 y desde entonces se convirtió en uno de los grandes caballos de batalla de los movimientos ecologistas. Pero no solo de ellos, también de los gobiernos del planeta, que supieron reaccionar con inusual agilidad.
Panorámica parcial de la superficie terrestre desde el espacio. 
Solo dos años después de haberse detectado el problema se firmaba el Protocolo de Montreal, en el que 196 países y la Unión Europea pactaron la eliminación de las sustancias causantes del problema. Los resultados de aquel acuerdo no fueron inmediatos, pero ahí están: el agujero en la capa de ozono se ha reducido ya a los niveles de 30 años atrás.

El ozono es un elemento singular. Cuando se encuentra en las capas bajas de la atmósfera (en la tropósfera, donde vive el hombre) actúa como un peligroso contaminante y es uno de los objetivos a batir. Sin embargo, en las capas altas, en la estratosfera (entre 16 y 50 kilómetros de altura) constituye un potente escudo para detener las radiaciones más perjudiciales que provienen del sol.

Atrapa hasta el 99% de los rayos ultravioleta y gran parte de la radiación infrarroja. El agujero surgido en esa capa de ozono en los 80 disparó las ventas de cremas protectoras solares de alta intensidad, puesto que el sol, como advertían entonces los médicos, "quema ahora como nunca lo había hecho".


Variación de la extensión del agujero entre 2000 y 2017. NASA

Esta grave lesión en tan decisiva capa atmosférica fue causada por algo tan aparentemente inocente como los aerosoles y las instalaciones de refrigeración, además de pesticidas y disolventes. Todos estos elementos generan gases clorofluorocarbonados (CFC), que son generados principalmente en las ciudades y tienen una larga vida.

Desde sus puntos de emisión viajan hacia los polos a través de la circulación atmosférica y destruyen el ozono en la Antártida durante los meses de septiembre y octubre "porque solo allí se dan las condiciones necesarias para la reacción química: temperaturas muy frías combinadas con radiación solar", explica Natalia Calvo, física de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Panel de Evaluación Científica sobre el Agotamiento del Ozono.

Por este motivo, a pesar de que la capa de ozono cubre homogéneamente todo el planeta, es en el polo sur donde se concentra el agujero.

Buenas noticias, con matices
El pasado mes de septiembre, coincidiendo con el 32 aniversario de la firma del Protocolo de Montreal, se dieron a conocer los últimos resultados sobre la evolución del agujero por parte de los científicos del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copernicus, que monitoriza permanentemente este fenómeno. La superficie del agujero está progresando a un ritmo notablemente inferior a lo habitual. Esto se traduce en que durante 2019 ha vuelto a apreciarse, una vez más, que sus dimensiones son menores y, además, también dura menos.

"Es una gran noticia para el hemisferio sur", según Paul Newman, científico jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. "Pero es importante reconocer que lo que estamos viendo este año se debe a temperaturas estratosféricas más cálidas. No es una señal de que el ozono atmosférico esté repentinamente en una vía rápida hacia la recuperación", matizó.

El problema está aún lejos de solucionarse. Según una conferencia de expertos celebrada el año pasado, la recuperación total de la capa de ozono de la Tierra no tendrá lugar hasta el año 2060 aproximadamente, cuando se restablezcan los valores existentes en 1970, antes de que surgiera el problema.

La capa de ozono cubre el planeta para reducir la llegada de radiación solar a la superficie.

Además, los logros alcanzados presentan flecos. Se ha detectado que, pese a la prohibición mundial de productos que causan CFC, sigue habiendo puntos de la Tierra donde persisten las emisiones de este tipo de gases. "Hemos descubierto que estos gases no se han reducido en la atmósfera de la manera que esperábamos, es decir, nuevos gases CFC siguen siendo emitidos", afirma el copresidente del comité de expertos del Protocolo de Montreal, David Fahey. Por ello, se han puesto en marcha los mecanismos para averiguar "de dónde vienen esas emisiones", aunque todo apunta a determinadas regiones del este de Asia.

A pesar de todo, los científicos son unánimes al considerar que «se ha entrado en el buen camino» y todo presagia que, salvo sorpresas, la Tierra logrará cerrar con éxito lo que en su día supuso un gran desafío mundial.

FUENTE: Diarioinformación.com

Los mejillones podrían invadir y "cambiar por completo" la Antártida, provocando una "tremenda pérdida de la diversidad"

* Los investigadores registran la llegada de la especie al polo sur. 
​* Podrían "crecer y rápidamente dominar el ambiente".

El reciente hallazgo de mejillones en la Antártida abre la puerta a una posible invasión de esta especie, que cambiaría "por completo" el ecosistema del continente blanco y provocaría una "tremenda pérdida de diversidad" para el planeta, según revela una investigación liderada por expertos chilenos y divulgada este lunes.




Paisaje de la Antártida chilena.
Centro Investigacion Ideal / EFE
La fuerte subida de la temperatura del Océano Austral a causa de la crisis climática y una creciente afluencia de barcos han generado "la mezcla perfecta" para la llegada de especies invasoras a la Antártida.

La existencia de mejillones o 'choritos' no se había registrado nunca antes y, dado que son unos "excelentes competidores por el espacio", podrían "crecer y rápidamente dominar el ambiente", explica a Efe la autora del estudio, Leyla Cárdenas.

Los organismos se adhieren a los cascos de los cruceros transoceánicos y viajan miles de kilómetros hasta un ecosistema único, el del polo sur terrestre, que cada vez lo es menos.

"La Antártida es uno de los pocos lugares en el mundo donde todavía no se ha registrado una invasión como tal. En el resto del mundo y como consecuencia del cambio climático, los distintos ambientes han tendido a homogeneizarse", señala Cárdenas, genetista del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile.

Para la investigadora chilena, que ocurra esto en el punto más austral del planeta significa "una tremenda pérdida de diversidad única que ha tomado millones de años en constituirse como es".

"Hemos perturbado a tal nivel el ambiente que podríamos llegar a no tener ningún lugar sin evidencias del impacto del hombre"

Y estamos siendo testigos de que en el corto plazo puede ser así", ha alertado la doctora, cuyo estudio fue publicado en la revista Scientific Reports.

Un grupo de expertos internacionales publicó en febrero un análisis sobre las 13 especies con mayor probabilidad de invadir los ecosistemas de la Península Antártica.

El 'chorito' chileno figuraba entre las más "problemáticas" junto con el mejillón mediterráneo, el alga marina comestible conocida como "wakame", algunos cangrejos, ácaros y otros insectos.


Las algas, afectadas
Los ejemplares de mejillón descubiertos por Cárdenas y su equipo de expertos norteamericanos corresponden al mismo grupo genético que habita en la Patagonia y en las islas Kerguelen, ubicadas en el Océano Índico.

De hecho, una especie cercana a este ya demostró su "alto potencial invasor" al establecerse y desarrollar poblaciones estables en el Ártico -en un ambiente parecido al del continente antártico- debido al derretimiento de los hielos asociado al calentamiento global.

Si esto ocurre en el polo sur terrestre, las algas y otros organismos que viven en el sustrato antártico se verán fuertemente afectados.

"Lo más preocupante es que los choritos no tendrían un control biológico (en la Antártida), ya que no hay organismos trituradores como cangrejos", indica Miguel Pardo, ecólogo del Centro IDEAL.


Probabilidades de invasión
Una vez han desembarcado en el continente blanco, ¿qué probabilidad hay de que los mejillones lo invadan?


Zona submarina afectada por la invasión de mejillones.
Centro Investigacion Ideal / EFE
"La probabilidad es alta, especialmente por sus características de vida: alta fecundidad, crecimiento rápido y tolerancia de bajas temperaturas, además de que han sido invasores en otras latitudes, lo que es un excelente predictor de invasibilidad", apunta Pardo, coautor del estudio.

"Los choritos que han llegado a la Antártica necesitan la interacción con el ambiente y la protección del sustrato marino. En estos momentos, ese refugio se lo están dando las esponjas marinas", detalla Leyla Cárdenas, líder de la investigación.

La genetista apunta que es necesario seguir observando si los organismos son capaces de sobrevivir al frío extremo del invierno y de si su llegada es un hecho esporádico o continuo.

"Monitorear los cambios ambientales es fundamental, y desde ahí generar mecanismos que aseguren la llegada de embarcaciones libres de especies foráneas que pudieran convertirse en invasoras", concluye.

La investigación encabezada por Cárdenas representa un punto de inflexión en el aprendizaje sobre el funcionamiento de los sistemas marinos polares, ya que reporta por primera vez la llegada de organismos invasores en un ecosistema tan remoto como la Antártida.

FUENTE: 20 MINUTOS.COM

lunes, 30 de marzo de 2020

Cambio climático: lo que la crisis por el coronavirus deja en evidencia

Es conocido hasta el cansancio que toda crisis trae consigo situaciones inusuales, pérdidas, riesgo, caos y oportunidades; es decir, la posibilidad de alcanzar una situación superadora respecto de la preexistente como una especie de aprendizaje colectivo.



La crisis mundial desatada por el virus COVID-19, un "cisne negro" que nadie esperaba, ya dejó al desnudo algunas vulnerabilidades, como las evidenciadas en nuestros sistemas de salud y hasta permite aventurar algunas conclusiones preliminares, aunque obvias, como la necesidad cada vez mayor de que los Estados tomen como base para sus decisiones el conocimiento científico.

Asimismo quedó expuesto de manera notable el hecho de que a muchos ciudadanos de todo el mundo les costó y les cuesta acceder a la conciencia necesaria para comprender la complejidad de vivir en la sociedad del conocimiento, actitud evidenciada en la negligencia de resistirse a una cuarentena obligatoria, cuya decisión de implementación se basó precisamente en el conocimiento científico y estadístico de la evolución de una epidemia/pandemia, que pone en riesgo no sólo sus vidas, sino las de muchas otras personas.

En esta cadena de causas y efectos el parate social y económico sacude al mundo y nos obliga a repensarlo en muchos aspectos; uno de ellos: el origen de la contaminación ambiental y su relación con el cambio climático.

Días atrás fueron publicados mapas troposféricos de la ESA (Agencia Espacial Europea) y de la NASA (Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio EE.UU.) provenientes de imágenes satelitales con diferencia temporal de un mes entre una y otra, tanto de Italia como de China respectivamente, antes y después de la cuarentena obligatoria.

En estos mapas se evidencia que la paralización de gran parte de la economía y especialmente del movimiento habitual dentro de las ciudades, redujo drásticamente las emisiones de NO2 (dióxido de nitrógeno), uno de los principales gases de efecto invernadero y de degradación de la capa de ozono, cuyo efecto de una sola molécula es equivalente al de 298 partículas de dióxido de carbono (CO2) y se encuentra principalmente asociado a la combustión de los motores de los automóviles y del transporte público y de cargas, terrestre y aéreo.

Mientras la paralización en las ciudades ocurría, el agro siguió produciendo inevitablemente en esos países durante el período entre las dos imágenes; no porque haya transgredido la cuarentena, sino porque la producción agropecuaria no puede parar nunca en ningún sitio debido a que es biológica. Entonces, estos mapas vienen a aportar evidencia empírica que disparan numerosos interrogantes respecto del fuerte énfasis y la presión por el cambio climático que se venía imponiendo sobre las producciones agropecuarias, más que en las ciudades.
Coronavirus. La contaminación antes y después de la pandemia

Por todo lo mencionado, la cuarentena por el COVID-19 induce a reflexionar sobre el modo de vida urbano, los hábitos de consumo que configuran la demanda y su posibilidad de influir sobre la oferta; es decir, cada ciudadano global a la luz del conocimiento de base científica junto a la transparencia que aporta la trazabilidad, a través de los fundamentals de mercado y con alcance a todos los procesos productivos industriales, agroindustriales y de servicios tiene el poder de hacer la diferencia, más allá de las presiones políticas.

Tal como ocurre con la propagación de la pandemia en la novedosa realidad que llegó con una fuerza inusitada, la configuración de la demanda es responsabilidad de cada uno de nosotros, de los ciudadanos ya no de un país en particular, sino de los ciudadanos globales.

FUENTE: LA NACIÓN (ARGENTINA)

La cuarentena no frena la 'Hora del Planeta': digital, desde el balcón y con código morse

WWF anima a la gente a celebrar la 'Hora del Planeta' desde los balcones, apenas unos minutos después del aplauso solidario que se realiza cada día a las 20:00.

Cada año, el último sábado del mes de marzo se celebra la 'Hora del Planeta', una iniciativa de la ONG World Wild Fund for Nature (WWF) y que promueve un apagón eléctrico voluntario, al que muchos ayuntamientos e instituciones públicas y privadas se han venido sumando cada año. En 2020, casi 300 ayuntamientos de toda España participan en esta jornada apagando "algunos monumentos de su ciudad", aunque también en 2020, la 'Hora del Planeta' no puede ser igual que la de otros años. En medio del estado de alarma en vigor en el país, España se encuentra inmersa en una cuarentena obligatoria que impide a los ciudadanos salir a la calle a compartir ese momento de apagón generalizado. De este modo, y para no dejarlo pasar, WWF ha organizado una 'Hora del Planeta' diferente, lanzando un mensaje de ánimo desde los balcones, como se viene haciendo cada día a las 20:00 en el aplauso solidario a los sanitarios. Y ese mensaje también es diferente: será en código morse.

Para no interrumpir el mentado aplauso solidario, la 'Hora del Planeta' está convocada para quince minutos después, a las 20:15, y se podrá seguir además desde el perfil de la ONG e Facebook: a la iniciativa este año se suman artistas como Blas Cantó o el grupo Amaral, además de la actriz Clara Lago. Para los niños —para los que este sábado, además, se ha convocado también un aplauso a las 18:00— habrá una sorpresa final de la mano de Pocoyó, "que lleva años colaborando con WWF en la defensa del planeta y este año no podía faltar".

La idea es lanzar el mismo mensaje que ya se puede ver en los balcones de todo el país: que todo irá bien. "Balcones y ventanas se han convertido en un símbolo de la unión en la lucha contra el coronavirus y de conexión con el exterior. Por eso desde WWF nos hemos querido sumar a estos movimientos diseñando una acción simbólica para que os podáis unir, un año más, esta vez desde vuestras casas" a la 'Hora del Planeta'.

Mensaje en código morse
A partir de las 20:15, pues, cita en los balcones. ¿Cómo? Luces apagadas al máximo —muchos estarán con la 'tablet' o el ordenador para seguir en directo la iniciativa—, y con el móvil en la mano y el dedo preparado para preparar la linterna del 'smartphone', porque el mensaje se lanzará en código morse a través de esas linternas. "Queremos llenar los balcones y ventanas de nuestros pueblos y ciudades de miles de destellos para recordar que allí donde estemos, este año desde casa (#QuédateEnCasa), todas las personas seguimos conectadas y concienciadas de la necesidad de cuidar la casa de todos: la Tierra", señalan desde WWF. El mensaje en código morse se enviará a partir de las 20:30.

► Este es el mensaje: .- .–. .- –. .- / .-.. .- / .-.. ..- –.. / – — -.. — / .. .-. / -… .. . -. .-.-.



¿Cómo usar la linterna para emitir en código morse? Existen varias 'apps' para el móvil que sirven para emitir mensajes en código morse usando la linterna del teléfono, sin necesidad de aprender el código. También hay otras para aprender el código, y emitirlas con una linterna tradicional.

FUENTE: EL CONFIDENCIAL

La pandemia provoca la mayor caída de contaminación observada en Europa

El desplome del dióxido de nitrógeno por las medidas de reclusión en España, Francia e Italia es patente desde el espacio.

Una de las pocas cosas buenas que está dejando la pandemia de coronavirus a los habitantes de las ciudades españolas es un cielo azul y limpio como no se recordaba desde hace años. Es el efecto de las restricciones al movimiento por la pandemia que, ahora es patente desde el espacio.

Las imágenes tomadas a más de 800 kilómetros de la superficie terrestre por el satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) Sentinel 5 durante los últimos días muestran un drástico descenso de la contaminación en buena parte de Europa.

Las imágenes del satélite muestran la concentración de dióxido de nitrógeno en Europa del 14 al 25 de marzo comparada con la media de marzo del año anterior. La caída a nivel visual es espectacular en Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia. Lo mismo sucede en París o Lyon, en Francia, y Roma, Milán y Nápoles, en Italia.


Concentración de dióxido de nitrógeno en Francia durante 10 días.

La principal fuente de las altas concentraciones de este gas es el uso de combustibles fósiles en el transporte, la industria y la calefacción. Este gas aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y reduce la inmunidad ante infecciones pulmonares. Además aumenta la concentración de ozono troposférico, un gas de efecto invernadero que fomenta el calentamiento del planeta.

“Nunca habíamos visto algo así en Europa”, confiesa Claus Zehner, jefe de la misión Copérnico Sentinel 5-P. El satélite que ha hecho las observaciones se lanzó en 2017 y comenzó operar en abril de 2018, pero antes había dispositivos similares capaces de medir las concentraciones de este gas contaminante. “Lo único comparable fue la drástica reducción que vimos en Pekín durante los Juegos Olímpicos de 2008, cuando las autoridades cerraron la ciudad al tráfico y pararon las centrales térmicas de carbón”, resalta.

Aunque las imágenes no permiten saber el valor exacto de la caída de la concentración de este gas, Zehner explica que aproximadamente está entre un 30% y un 40% de los valores medios. Su equipo está trabajando ya en concretar esas medidas.

El análisis lo han realizado investigadores del Real Instituto de Meteorología de Holanda (KNMI) en colaboración con la ESA. “Las concentraciones de este gas cambian de un día para otro debido a las condiciones meteorológicas, por eso no podíamos sacar conclusiones rápidamente”, explica Henk Eskes, de la institución holandesa, en un comunicado de la ESA. “Al combinar los datos acumulados en 10 días los efectos de la meteorología quedan atenuados y se empiezan a ver claros los efectos de las actividades humanas”.

Concentración de dióxido de nitrógeno sobre Italia antes y después del cierre del país.

En este caso los efectos del estado de alarma en España y las medidas equivalentes tomadas en Francia e Italia son patentes. Aún es pronto para saber el valor exacto de la reducción en emisiones de este gas contaminante, pues la caída de la concentración en la atmósfera no es exactamente equivalente a la caída en las emisiones humanas debido a la influencia de la meteorología. El equipo holandés va a emplear ahora modelos computacionales que determinarán la caída porcentual real.

Los investigadores también van a combinar los datos del satélite con los que se han tomado por estaciones meteorológicas terrestres, lo que permitirá conocer el efecto exacto de las medidas de reclusión en la reducción de gases de efecto invernadero, sobre todo disminuyendo las emisiones del transporte y la industria. “Ya hemos comenzado a estudiarlo pero aún nos llevará algún tiempo tener los resultados”, señala Eskes.

EL PAIS.COM

miércoles, 25 de marzo de 2020

Coronavirus: cara y cruz en la lucha contra el cambio climático

¿Bajarán las emisiones de CO2 por el coronavirus o será tan solo una caída temporal? ¿Servirá la movilización contra la epidemia de ejemplo sobre cómo actuar ante una emergencia planetaria o volveremos al business as usual ("negocio como siempre") en cuanto pase el pánico? ¿Iremos de cabeza a una recesión global peor que la del 2008 o apostarán los gobiernos por un cambio de modelo en su planes de rescate? ¿Cambiaremos finalmente nosotros o nos olvidaremos del cambio climático hasta nuevo aviso?
Una cosa es cierta: la pandemia ha removido los cimientos de la sociedad y nos ha hecho salir de la 'zona de confort' en la que vivíamos. Todas nuestras prioridades han saltado por los aires en el nombre de la salud pública. Entramos en economía de guerra en tiempos paz: habrá necesariamente un antes y un después del coronavirus.
La tragedia diaria nos impide ver en estos momentos más allá. La cuestión primordial es ahora la supervivencia, todo lo demás puede esperar. La gran cuestión es qué mundo empezaremos a construir a la salida del túnel. Unos lo ven como una oportunidad para forzar el volantazo ecológico, otros presagian penurias económicas que pueden demorar la acción ante el cambio climático y ralentizar la transición energética.
"Mi impresión es que tanto el CC (cambio climático) como ahora el CV (coronavirus) nos han cargado de razón para cambiar nuestro modelo de producción y de consumo, incluidos nuestro modelo de turismo", apunta Domingo Jiménez Beltrán, exdirector de la Agencia Europea de Medio Ambiente y asesor del Observatorio de la Sostenibilidad. "El CV se suma al CC como argumento insoslayable para el necesario cambio total y hacia mejor, hacia un sistema más sostenible y gobernable que, además, tiene ventajas no sólo ambientales, sino también socioeconómicas".
Sostiene Jiménez Beltrán que, lejos de retrasar la acción, el coronavirus ha incrementado lo que él mismo llama "el clímax para el cambio". "Lo más curioso es que una ventaja de las cuarentenas, y del 'freno económico" ha sido la mejora significativa de la calidad del aire y la reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero... empezando por China".
Se estima que el 'cerrojazo' en China se tradujo en una reducción temporal de las emisiones en un 25%, con un "ahorro" estimado en 200 megatoneladas de CO2 por parte del mayor emisor del mundo. Un informe de Carbon Brief confirmó que entre diciembre y febrero se registró también una caída del 37% de lo niveles de NO2, más un descenso del consumo de carbón del 36% y una reducción del 34% en la actividad de las refinerías de petróleo. Los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) revelaron la semana una caída de NO2 del 40% en China y reducciones significativas también en el norte de Italia como consecuencia de la paralización económica.
Comparación de las misiones de NO2 de China en diciembre y marzo / ESA
A falta de datos sobre el impacto en EEUU y la Unión Eruopea, lo expertos estiman que este año podría registrar la primera caída global de emisiones de CO2 desde la crisis financiera del 2008.
En los últimos 10 años, la emisiones de gases invernadero han aumentado cada año en torno a un 1% (del orden de 317 megatoneladas). Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), el 2020 debería marcar el punto de inflexión con una reducción anual del 7,6% durante la próxima década, para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de la línea roja de 1,5ºC.
"No hay nada que celebrar en un declive en las emisiones causado por una crisis económica", advierte Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). "En ausencia de las políticas adecuadas y de medidas estructurales, este declive no es sostenible. Pero no podemos permitir que esta crisis comprometa la transición hacia las energías limpias: tenemos una ventana de oportunidad con los paquetes de estímulo de los gobiernos".
Según un informe de Bloomberg New Energy Finance, 2020 podría ser, sin embargo, el primer año en que se estanca el crecimiento imparable de la energía solar en las dos últimas décadas, con una caída del 8% sobre la previsión inicial, debido al "contagio económico" que puede dejar en el alero muchos proyectos de infraestructura. También podría suponer un frenazo a la fabricación y comercialización de coches eléctricos, frente a la previsión inicial de 540.000 unidades vendidas en la UE en el 2020.
"Conviene no sobreestimar el efecto de la epidemia sobre la caída de las emisiones", declaró por su parte el secretario general de la ONU, António Guterres, en la reciente presentación del informe global del 2019, que pasó totalmente inadvertido ante los titulares del coronavirus. Guterres hizo una nueva llamada a la "ambición, la adaptación y la financiación", a sabiendas de que la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26) corre seriamente peligro.
La reunión previa entre la UE y China en Leizpig, prevista para septiembre, ha sido ya cancelada, al igual que las sesiones preparatorias de junio en Bonn. Italia, país "coanfitrión", podrá difícilmente cumplir con su papel por la emergencia nacional ante el coronavirus. El Ministro del Gabinete británico ha advertido que aún quedan "muchos meses" para noviembre, pero que "adaptará los planes" para garantizar el debate y la diplomacia.
El cierre de fronteras y la disrupción causada al tráfico aéreo puede complicar aún más la situación de una cumbre que nació gafada, tras la destitución de su primera presidente Claire O'Neill y el nombramiento -a tiempo parcial- del subsecretario para empresas Alok Sharma. Las guerras políticas (Johnson tiene incluso un plan B en Londres) y la sombra del Brexit planean, además, sobre una cumbre que podría celebrarse parcialmente por teleconferencia, siguiendo los pasos de otros grandes eventos en la era del coronavirus.

UN MUNDO DE ENCUENTROS VIRTUALES

"La epidemia va a cambiar el modo en que viajamos y a partir de ahora vamos tener muchos encuentros virtuales", apunta en el diario británico The Guardian Rob Jackson, al frente del Global Carbon Project. "Vamos a tener que cambiar nuestras pautas de conducta, del trabajo a la movilidad. Está bien que las emisiones caigan temporalmente, pero los cambios no tendrían sentido ni no se produce un efecto a largo plazo. Ahora bien, ¿hace falta una crisis como esta para llegar hasta ahí? Nadie quería la crisis en el 2008, nadie la quiere ahora".
La meteoróloga Corinne Le Quéré, de la Universidad de East Anglia, expresa por último su relativa esperanza de un repunte a medio plazo en la acción ante el cambio climático, gracias, precisamente, las lecciones del coronavirus: "Hemos visto cómo los gobiernos actúan finalmente ante una emergencia para conjurar una amenaza. Aún tenemos que verles actuar de la misma manera ante el clima, aunque muchos gobiernos han declarado ya la 'emergencia'".
Naomi Klein, autora de Esto lo cambia todo y La doctrina del shock, advierte, por su parte, de que los líderes políticos pueden aprovechar el pánico y la crisis "para profundizar en la desigualdad, beneficiar a las élites y debilitar a los demás". En declaraciones a Vice, Klein recuerda cómo el 11S o el huracán Katrina sirvieron para impulsar el "capitalismo del desastre", y que la manera en que se está manejando la crisis en países como EEUU -"máxima confusión y mínima protección"- hace augurar algo parecido ante el coronavirus.
"Cuando las crisis nos ponen a prueba, o retrocedemos y nos desmoronamos, o crecemos y encontramos reservas de fuerza y compasión que no sabíamos que éramos capaces de tener", asegura, sin embargo, Klein. "Esta será una de esas pruebas y no podemos perder el coraje".

¿Qué nos enseña el coronavirus frente al cambio climático?

La manera en la que el mundo está reaccionando por atajar el coronavirus podría ser una lección ejemplar para afrontar la lucha contra el cambio climático. La irrupción del coronavirus está significando una crisis sanitaria, económica y sociológica sin precedentes para el mundo cuyas consecuencias aún se nos escapan.

El director general de OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en su anuncio para elevar a pandemia el nivel de contagio de este virus que se extiende a multitud de países, añadió que “estamos profundamente preocupados por los alarmantes niveles de propagación, pero también de inacción”.

Cabe imaginar cómo la tarea de afrontar un problema de estas características a nivel nacional y coordinarlo a escala global es uno de los desafíos más difíciles a los que puede enfrentarse un Gobierno.

Tanto es así, que estamos viendo cómo en países como Italia, o más tarde España, Francia, Reino Unido, Alemania o EE. UU., diariamente se aprueban medidas contra el avance del coronavirus, iniciativas que posiblemente van por detrás de la realidad del virus, lo que retrasará la noticia de que ha sido controlado.

Esta situación ¿no recuerda en gran medida al otro gran desafío del planeta que es el cambio climático? Esa muletilla de la “falta de acción”, ¿no estamos oyéndola desde hace años mientras la temperatura del planeta no deja de subir?

Coronavirus
El economista ambiental de la Universidad de Nueva York, Gernot Wagner, precisamente reflexionaba estos días sobre cómo el coronavirus se está comportando como el cambio climático pero acelerado a la velocidad a la luz.

Su repentina aparición en nuestra sociedad parece que no nos ha dado opción más que de actuar para mitigar los efectos del coronavirus, no para evitarlos. ¿Podemos aprender algo de todo esto? ¿Podemos aplicar alguna de las enseñanzas del coronavirus a la emergencia climática?

Y es que los esfuerzos globales por frenar la pandemia del coronavirus son una advertencia para los esfuerzos globales por frenar el cambio climático.

Ambos exigen una acción temprana determinante para detener sus efectos, con un plus en el caso del cambio climático: que afrontarlo ya y hoy acumulará muchos más beneficios en el futuro y en todos los lugares del planeta que su coste, por muy alto que nos parezca ahora.

¿Por qué cuesta tanto tomarse en serio los riesgos climáticos?
La política y la psicología pueden tener algunas de las respuestas. La transición energética que pide la economía es difícil si hay una industria de combustibles fósiles a la que se le sigue financiando.

Por otro lado, el ser humano es malo planificando un mañana que ni siquiera sabe si verá. Como explica Elke Weber, del Departamento de Psicología de Princeton, “estamos evolutivamente conectados para pensar en el aquí y en el ahora, somos malos en esas decisiones que requieren planificar el futuro”.

Y eso que los investigadores calculan que el Ártico podría convertirse en un lugar sin hielo durante los veranos dentro de 20 años o que la selva amazónica podría parecer la sabana en solo 50.

Y en este sentido, sí la manera en la que el mundo está reaccionando por atajar el coronavirus podría ser una lección ejemplar para afrontar la  lucha contra el cambio climático. Precisamente porque nos cuesta tomar decisiones previsoras, son los Gobiernos ayudados de la ciencia quienes deben establecer políticas y leyes contra el cambio climático que nos permitan adelantarnos a sus efectos.

Coronavirus, un respiro para el planeta
A medida que se van paralizando algunas zonas de Europa y del resto del mundo para contener la pandemia del coronavirus, los niveles de contaminación han ido bajando. El confinamiento que han decretado algunos países está teniendo efectos amargos sobre la economía y sobre la rutina de muchos ciudadanos. Irónicamente, gracias a ese peaje, el planeta respira mejor.

Pero, ¿qué pasará con todas esas economías que durante la enfermedad han reducido los niveles de contaminación causados por las actividades humanas?

El esfuerzo por revivir la economía mundial después de la pandemia ¿acelerará de nuevo las emisiones de gases como si nada? Todo depende de si los Gobiernos y las grandes potencias como China o Estados Unidos utilizan este momento para promulgar políticas de crecimiento sostenibles o si continúan como si nada hubiera pasado.

La emergencia climática sigue ahí
Hace solo unos días, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, presentó el último informe publicado por la OMM, la Organización Meteorológica Mundial, que recoge las consecuencias que el calentamiento global tuvo durante el 2019 sobre la salud de las personas, la vida marina y una gran cantidad de ecosistemas del planeta.

En su exposición, el Secretario destacó que a pesar de que en este momento existe una preocupación mundial por el coronavirus, los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático no pueden reducirse, “el coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático ha estado allí por muchos años y se mantendrá por muchas décadas, y requiere de acción continua”.

Vivimos un momento crucial en el que lo más urgente es detener la pandemia que avanza en muchos países del mundo. Pero después, tendremos que mirar en retrospectiva, ver lo que nos jugamos y poner remedio al tiempo precioso que estamos perdiendo para atajar esta emergencia climática que sigue ahí.

FUENTE: AMBIENTUM

La cuarentena por el coronavirus mejora la calidad del aire, pero no sustituye la acción climática

A pesar de una disminución de la contaminación en países como China e Italia que batallan el COVID-19, los niveles de dióxido de carbono mundiales han sido, hasta ahora, más altos que el año pasado. Los expertos también advierten de una posible subida extrema de las emisiones una vez termine la emergencia, tal y como ocurrió después de la crisis financiera del 2008.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que la reducción de las emisiones como resultado de la crisis económica provocada por el coronavirus, no son sustituto de acciones contra el cambio climático.

Los esfuerzos para controlar la pandemia de coronavirus han reducido la actividad económica y conducido a mejoras localizadas en la calidad del aire.

“Pero es demasiado pronto para evaluar las implicaciones para las concentraciones de gases de efecto invernadero que son responsables del cambio climático a largo plazo. Los niveles de dióxido de carbono en las estaciones de observación clave han sido, hasta ahora, más altos que el año pasado”, aclaró en un comunicado esta Organización.
Para su director, es irresponsable minimizar los enormes desafíos de la salud y la pérdida de vidas que causa el COVID-19 a pesar de las reducciones locales de contaminación y la mejora en la calidad del aire.

"Sin embargo, ahora es el momento de considerar cómo usar los paquetes de estímulo económico para apoyar un cambio a largo plazo hacia prácticas comerciales y personales más amigables con el medio ambiente y el clima", aseguró Petteri Talas.

"Los niveles de dióxido de carbono en las estaciones de observación clave han sido, hasta ahora, más altos que el año pasado".

Añadió que la experiencia pasada sugiere que la disminución de las emisiones durante las crisis económicas es seguida por un rápido aumento y que es necesario cambiar esa trayectoria.

"El mundo necesita demostrar la misma unidad y compromiso con la acción climática y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contener la pandemia de coronavirus. El fracaso en la mitigación del cambio climático podría conducir a mayores pérdidas tanto de vidas como económicas durante las próximas décadas", dijo.



Reducción de las emisiones por el COVID-19

Según un análisis realizado para Carbon Brief, el bloqueo y la reducción de la actividad económica en China condujeron a una reducción estimada del 25% en las emisiones de CO2 durante cuatro semanas.

El sistema de vigilancia atmosférica mundial de la OMM Global Atmosphere Watch  coordina la observación  a largo plazo de las concentraciones de gases de efecto invernadero a escala planetaria

Las emisiones representan lo que pasa a la atmósfera, mientras que las concentraciones representan lo que queda en la atmósfera después del complejo sistema de interacciones entre la atmósfera, la biosfera, la litosfera, la criosfera y los océanos.

El dióxido de carbono permanece en la atmósfera y los océanos durante siglos. Esto significa que el mundo está comprometido con el cambio climático continuo, independientemente de cualquier caída temporal en las emisiones debido a la epidemia de coronavirus, asegura la Organización Metereológica Mundial.

El promedio mensual de febrero de CO2 atmosférico en el observatorio Mauna Loa en Hawai fue de 414.11 partes por millón, en comparación con 411.75 ppm en febrero de 2019, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Mauna Loa es la estación de observación continua más grande del mundo y una estación de referencia del sistema de monitoreo de la atmósfera de la OMM

En otra estación de referencia, Cape Grim en Tasmania, los niveles promedio de CO2 fueron de 408.3 ppm en febrero, en comparación con 405.66 ppm en febrero de 2019..

Alrededor de una cuarta parte de las emisiones totales es absorbida por los océanos. Otro cuarto es absorbido por la biosfera terrestre, incluidos los bosques y la vegetación que actúan como "sumideros" de carbono. Naturalmente, la biosfera terrestre absorbe una cantidad similar de CO2 que libera durante el año en un ciclo estacional. Por lo tanto, los niveles globales promedio de CO2 generalmente aumentan hasta abril y mayo.

Este efecto natural es mucho mayor en magnitud que las reducciones de emisiones relacionadas con la reciente desaceleración económica. Por lo tanto, es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes sobre la importancia de esta desaceleración económica en las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero.

Después de la crisis financiera mundial de 2008-2009, se siguió un fuerte crecimiento de las emisiones en las economías emergentes, un retorno al crecimiento de las emisiones en las economías desarrolladas y un aumento en la intensidad de los combustibles fósiles de la economía mundial, según un estudio en Nature Climate Change.

En 2018, las fracciones molares de gases de efecto invernadero alcanzaron nuevos máximos, con fracciones molares promediadas a nivel mundial de dióxido de carbono (CO2) a 407.8 ± 0.1 partes por millón (ppm), metano (CH4) a 1869 ± 2 partes por billón (ppb) y óxido nitroso (N2O) a 331.1 ± 0.1 ppb. Los datos preliminares indican que las concentraciones de gases de efecto invernadero continuaron aumentando en 2019.

Calidad del aire
Las observaciones han demostrado que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) están reduciendo significativamente por las cuarentenas en China e Italia. En Italia, una tendencia gradual de reducción de alrededor del 10% por semana durante las últimas cuatro a cinco semanas ha sido confirmada por observaciones de superficie del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copérnico de la Unión Europea.

El dióxido de nitrógeno, un contaminante gaseoso del aire que se forma cuando los combustibles fósiles se queman a altas temperaturas, es perjudicial para la salud  y un precursor del ozono cercano a la superficie que también tiene efectos adversos para la salud y los ecosistemas. También es un factor climático de corta duración. El NO2 permanece en la atmósfera generalmente menos de un día antes de depositarse o reaccionar con otros gases en la atmósfera. Por lo tanto, los efectos de las reducciones de emisiones son visibles poco después de que hayan tenido lugar.

Las mediciones de ozono superficial en la estación Global Atmosphere Watch de Monte Cimone, que domina el valle del Po en el norte de Italia, muestran una disminución en marzo de 2020, según datos en bruto. Es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes sobre la importancia para las concentraciones de gases de efecto invernadero, según el Consiglio Nazionale delle Recerche de Italia y el Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas.

FUENTE: Noticias ONU

martes, 24 de marzo de 2020

Haz de tu hogar un lugar sostenible

Estos días estamos confinados en nuestros hogares. Amigas, amigos, familias, nuestras hijas e hijos.
Podemos aprovechar esta inesperada situación provisional para dar pasos firmes para transformar nuestro hogar y hacerlo más sostenible: más sano para nosotras y nosotros, y para el planeta. Podemos hacerlo con otras y otros, e involucrando a las personas de nuestro entorno, preparando nuestro hogar para el futuro.

En ECODES hemos recopilado una serie de consejos para ayudarte en esa tarea, ordenados en 6 categorías, para que encuentres ideas y trucos para hacer de tu hogar un lugar más sostenible.
¡MUCHAS GRACIAS!


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lunes, 23 de marzo de 2020

El parón por el coronavirus da un respiro a la Tierra

Ha demostrado que se puede abordar la crisis climática con rapidez y contundencia.

Los canales de Venecia son azules y verdes, ni los más viejos los recordaban así, como están ahora, hábitat de peces y algas, vacíos de visitantes y barcos tras décadas de presión turística imparable. En el otro lado del planeta, ese montón de mascarillas ensartadas en un cable es la 'pesca' que el grupo conservacionista OceansAsia hizo hace dos semanas en las playas de Soko, un pequeño archipiélago deshabitado frente a la región administrativa especial de Hong Kong, en China, donde llevan a cabo rastreo de microplásticos y acumulación de basura. Hasta entonces, sus visitas se habían saldado con esporádicos encuentros con estos objetos, pero en esta ocasión fue diferente, ya que la recolecta estuvo dominada por estas protecciones habituales hoy en nuestras vidas: «Estaban visibles por toda la línea de marea alta y con la corriente seguían llegando –explican–. Debido al COVID-19, hemos tomado la precaución de usar máscaras quirúrgicas. Cuando de repente tienes una población de 7,5 millones de personas (los habitantes de Hong Kong) usando una o dos máscaras por día, la cantidad de basura generada será considerable».

Son dos de los efectos con los que el coronavirus se está dejando sentir en el planeta. Uno negativo, y en este caso comprensible. Pero, en general, el parón por la crisis está teniendo para el medioambiente beneficios visibles. «El nivel de residuos sanitarios de todo tipo generados durante el transcurso de esta pandemia será excepcionalmente elevado –explica Mario Rodríguez, director de Greenpeace España–. Aunque evidentemente es inevitable y no queda otra para poder atajarla garantizando la seguridad de los afectados, del personal sanitario, de quienes nos facilitan el acceso a la alimentación y los servicios básicos. A los que tenemos que estar eternamente agradecidos». Considera que este de las mascarillas es un hecho excepcional y que sería mucho más importante dejar de ver en el mar y las costas «residuos plásticos de usar y tirar procedentes de sectores como la alimentación».





Febrero: El mismo mapa, limpio tras el parón por la pandemia.

En realidad, la crisis del coronavirus y las decisiones adoptadas para frenar su propagación –un drama que ya ha costado miles de vidas– han supuesto un pequeño respiro para nuestro planeta y, por consiguiente, también para los seres humanos y el resto de animales y plantas. Una bocanada de aire fresco en forma de parón de las actividades que generan los gases de efecto invernadero que calientan la Tierra y que nos están abocando a un futuro de catástrofe, según los científicos, que llevan años alertando de que debemos parar. Y eso es lo que ha pasado, aunque el frenazo no haya sido fruto de las decisiones consensuadas de los gobiernos, sino de algo completamente azaroso como la irrupción de esta pandemia poco después de que se acallaran los ecos de la enésima cumbre mundial por el clima clausurada en Madrid sin grandes logros.

Contaminación y CO2
Las primeras buenas noticias fueron las imágenes por satélite de China, un antes y un después registrado por la NASA y la Agencia Espacial Europea de un mismo mapa, que en enero mostraba grandes zonas anaranjadas afectadas por dióxido de nitrógeno (NO2), gas tóxico que causa o agrava problemas respiratorios como el asma y que está producido por la quema de combustible de vehículos e industrias. Un mes más tarde, tras el parón obligado, el mapa aparecía limpio, azulado, evidenciando la bajada del 37% en este tipo de emisiones.

También llegan buenas noticias desde mucho más cerca: «Ha transcurrido una semana desde el anuncio del estado de alarma y los datos son rotundos –avanza Rodríguez–: «la reducción del 60% del tráfico rodado en Madrid y Barcelona ha provocado el desplome de sus niveles de contaminación; los valores medios de NO2 apenas han alcanzado esta semana el 40% del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea (UE). Por lo que, las circunstancias excepcionales en la crisis del COVID-19 pueden servir de aprendizaje para reducir las miles de muertes que la mala calidad del aire provoca en España cada año».

De la misma forma, han descendido las emisiones de CO2, principal causante del calentamiento global, y aunque no hay datos globales que permitan saber el impacto que está teniendo el coronavirus en este ámbito, sí hay apuntes locales: en el caso de China, según Carbon Track, durante el pico de la epidemia, las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron un 25% y el gigante asiático dejó de emitir 100 millones de toneladas de CO2. «Lógicamente –considera Rodríguez– la ralentización de la actividad económica en general, aunque no sea homogénea y varíe según los países, traerá consigo una reducción de emisiones. Esta será coyuntural y acotada en el tiempo, pero tendrá un enorme valor, ya que indicará que es posible abordar la emergencia climática con la rapidez y la contundencia que requiere. La sociedad está demostrando que ante situaciones de emergencia responde con responsabilidad, madurez y solidaridad».

En cuanto a la generación de basura doméstica, los expertos no saben si podría darse una reducción significativa o, al contrario, un balance final neutro o aún mayor que antes, ya que la basura que deja de generarse en los lugares de trabajo se puede incrementar en los hogares. «En el caso del plástico probablemente no habrá cambios en el sector de la alimentación, ya que el absurdo modelo de consumo que abusa del plástico de usar y tirar, especialmente en el sector de la alimentación y los supermercados, permanecerá inalterado. Hasta podría ocurrir que aumentaran los residuos plásticos por las compras masivas, que están llegando a ser compulsivas, aunque habrá una reducción significativa en sectores como el textil, ocio, restauración...».

Concienciación
Confía el experto en que el periodo de confinamiento ha podido llevar a la gente a la conclusión de que es necesario repensar el modelo de vida actual: «Quizás tras esta crisis se pueda producir una expansión de los supermercados cooperativos, comercio de proximidad y otras iniciativas respetuosas con el medio ambiente. Lo estamos viviendo estos días: personas que se ofrecen a ir a buscar comida, clases y talleres multitudinarios a través de internet, voluntariado para asistencia a personas mayores o dependientes...».

En cualquier caso, resalta el experto la importancia de que la comunidad científica y los gobernantes sigan analizando el impacto que la crisis medioambiental (el calentamiento, la deforestación...) pueda tener en «acentuar la propagación de pandemias como la que estamos viviendo».



En su contexto
60%: ha caído el tráfico rodado en Madrid y Barcelona desde el inicio del parón por la crisis, lo que ha supuesto que los valores del gas contaminante NO2 caigan por debajo del 40% del límite fijado por la OMS y la UE.
Plásticos: Sin cambios en el sector de alimentación con las compras masivas, pero sí en el del ocio, textil...
25% cayeron las emisiones de CO2 en China en el pico de la epidemia, con lo que el país dejó de verter a la atmósfera 100 millones de toneladas de este gas de efecto invernadero.
Epidemias:Se debe estudiar el impacto del cambio climático en la propagación de enfermedades y plagas.



Las dos crisis se parecen mucho
Para Greenpeace, ambas crisis, la del coronavirus y la climática, tienen muchos elementos en común. El primero, que ambas son globales y sus impactos, exponenciales, aunque el cambio climático tiene una línea temporal más larga y su ámbito es todavía mayor (no solo afecta a la salud de las personas sino también a la del planeta).

Las dos incrementan las desigualdades, siendo los más vulnerables los más afectados: trabajadores con empleos precarios y/o en situación de desempleo, mujeres, los más mayores, dependientes, personas en situación irregular… «Ninguna de ellas ha tenido tenido la responsabilidad en causar el problema, pero soportan con más dureza las consecuencias».

Estas crisis globales no se pueden abordar individualmente sino que requieren de medidas globales, «desde la cooperación internacional y con políticas preventivas que nazcan del consenso político y social. Lo que decida cada país afecta a los demás, y la solución que apliquen todos debería ir en la misma dirección».

FUENTE: LA VERDAD DIGITAL

miércoles, 18 de marzo de 2020

Con tu ayuda vamos a plantar 3 millones de árboles

Hemos creado un Bosque Colaborativo virtual para visibilizar todas las iniciativas de reforestación participantes, individuales o colectivas, en la mayor plantación cooperativa de la historia de España. En breve vamos a llegar a los 900.000 árboles plantados.

¿CÓMO PUEDO PARTICIPAR?

Planta un árbol, o más, en los montes de La Zoma (Teruel), una región que sufrió un importante incendio en 2009 y que vamos a reforestar.
Planta un bosque, si desde tu empresa, organización o administración pública estáis impulsando una plantación, súmala al Bosque Colaborativo y difundiremos tu iniciativa...

22 árboles producen el oxígeno que necesitamos para todo un día.

Necesitamos 1 árbol por cada 3 habitantes para mejorar la calidad del aire que respiramos en las ciudades.
Estos son algunos, de los muchos, beneficios por los que debemos proteger los bosques y apoyar iniciativas de reforestación:  
Mitigan el cambio climático absorbiendo CO2.
Ahorran agua.
Ayudan a prevenir la erosión del suelo.
Funcionan como termorregulador natural.
Bajan la temperatura ambiental entre 2 ºC y 8 ºC los días calurosos, por su sombra y el vapor de agua que liberan sus hojas.
Absorben óxido de N, NH3, SO₂ y O3 y devuelven O a la atmósfera.
Los bosques albergan alrededor del 80% de la biodiversidad terrestre de todo el mundo.
Reducen el estrés y mejoran el estado de ánimo.
Fortalecen el sistema inmunitario y rebajan la frecuencia cardíaca.