La temperatura del Mediterráneo supera entre 3 y 5 grados a la habitual en esta época del año.
El calentamiento global del planeta, que está detrás del cambio climático, también se deja notar de manera sensible en la temperatura de los océanos. «Esta semana, el mar se encontraba a 22 grados, cuando lo normal en esta época es que esté entre 17 y 19 grados», revela el profesor titular del área de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU) José Antonio García Charton. Si las temperaturas son excepcionalmente altas y se prolongan en el tiempo después del verano, como viene sucediendo en la última década, algunos organismos marinos se ven afectados de forma considerable e incluso pueden llegar a morir. Estrés térmico, anomalías en el desarrollo y el crecimiento y un adelanto de su reproducción sexual son algunas de las consecuencias que 'pagan' especies clave como la 'Posidonia oceanica', las esponjas de mar y algunos corales por el calentamiento del mar, según apuntan los investigadores. Pero la situación es tan delicada, añaden, que este factor también modifica las migraciones y favorece la llegada a nuestras costas de organismos no indígenas potencialmente invasores y especies termófilas, propias de zonas más cálidas como el sur del Mediterráneo o el Atlántico subtropical. «Estamos ante una serie de cambios que, sin duda, pueden poner en riesgo la fauna marina autóctona de la Región», alertan los especialistas.
Esta situación preocupa desde hace tiempo a los expertos en ecología marina. Juan Manuel Ruiz, científico e investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), explica que «estudiamos especies clave, que son aquellas sin las cuales el ecosistema no podría existir, ya que crean un hábitat en el que viven y se alimentan otros organismos, como crustáceos, moluscos, gusanos poliquetos... Ejemplos de especies clave son la 'Posidonia oceanica', los corales y las esponjas».
Los organismos marinos tienen un óptimo de temperatura. Cuando el mar supera ese óptimo, llegan a su límite de tolerancia y entran en un estado de estrés que afecta a su rendimiento fisiológico y metabólico. Además, pueden llegar a disminuir su crecimiento e incluso morir. Por ejemplo, «hemos podido comprobar que la 'Posidonia oceanica' se reproduce con mayor frecuencia ante una anomalía térmica. Hay una relación directa entre el aumento de temperatura y su reproducción», apunta Ruiz.
Episodios de mortalidad masiva y cambios en la reproducción son las consecuencias directas
Las aguas cálidas provocan estrés a las especies, que agotan sus reservas y se quedan sin defensas
«El calor provoca estrés en este organismo, lo que hace que aumente su respiración pero disminuya su capacidad fotosintética. Si ese estrés perdura en el tiempo, puede morir», añade. Explica, asimismo, que, «hace unos años, era extraño ver la floración de praderas de posidonia, ya que se reproducía puntualmente. Ahora es habitual una mayor reproducción durante los años más cálidos». Por el momento, desde el IEO explican que no se ha percibido una mortalidad masiva de praderas de posidonia, aunque «los efectos del calor en esta planta quedan patentes en la última investigación que hemos llevado a cabo».
En 2009, el grupo de investigación de Ecología de Angiospermas Marinas del IEO y la Universidad de Alicante realizaron un muestreo de posidonia en la Reserva Marina Cabo de Palos-Islas Hormigas. El informe de aquel estudio revelaba que «el equipo de buceadores pudo constatar la presencia de numerosos esqueletos de espongina pertenecientes a colonias de la esponja 'Ircinia fasciculata'. Lo que llamaba especialmente la atención era el aspecto íntegro y limpio (sin epífitos) de los esqueletos, que sugería que la muerte de las colonias había tenido lugar durante un episodio único y reciente». Y concluía: «Los episodios de mortalidad de esponjas y otros invertebrados bentónicos sensibles, como las gorgonias, son cada vez más numerosos y se han relacionado con los efectos del calentamiento global».
El delegado territorial de la Aemet, Juan Esteban Palenzuela, asegura que «la temperatura del agua en los meses de octubre de los últimos siete años ha aumentado entre 0 y 2 grados, siendo los años 2011, 2013 y 2016 los que han experimentado una anomalía más alta -entre 1,5 y 2 grados-». Los investigadores señalan los meses de otoño como los verdaderos indicadores de las consecuencias que puede tener en la fauna y la biodiversidad marinas el calentamiento del mar.
Según un estudio presentado el pasado año por el doctor Diego Kersting, de la Universidad de Barcelona, el cambio climático está provocando cambios en el agua «a nivel físico-químico, como aumento de la temperatura, acidificación, cambios en la circulación oceánica y en la formación de masas de agua, incremento de la estratificación y alteraciones en los afloramientos y en la intensidad del oleaje». Además, el profesor Kersting señala que también se están produciendo otras transformaciones a nivel biológico, como «mortandades masivas, cambios en la distribución de especies, disminución de la producción primaria y de la capacidad de absorción de CO2, declive de especies estructurantes, cambios fenológicos y pérdida generalizada de biodiversidad».
En el caso de las esponjas, la alta temperatura del mar prolongada provoca que el metabolismo de estas especies se altere, respiren más y agoten antes sus recursos, quedándose debilitadas por la falta de defensas. «Las esponjas son muy sensibles a la temperatura porque son atacadas por microorganismos patógenos que acaban descomponiéndolas. Y cambia su fisionomía, ya que agotan antes sus recursos y reservas», puntualiza el investigador del IEO.
Las gorgonias
El profesor de la UMU José Antonio García Charton es especialista en el estudio de comunidades marinas. Este investigador hace hincapié en que «es indudable que la temperatura del agua del mar se está viendo incrementada conforme avanzan los años. Esto se debe al calentamiento global provocado por la emisión de gases de efecto invernadero».
En el año 2007, el equipo coordinado por Charton detectó una «mortalidad parcial» de gorgonias en la Reserva Marina de Cabo de Palos. «Descubrimos que las ramas de muchas colonias habían sufrido necrosis. Los pólipos murieron por el exceso de calor. Pero, afortunadamente, se han recuperado las poblaciones, ya que no se vieron afectadas de una manera extrema», afirma el investigador, quien lamenta que en otros lugares, como en Portofino (Italia), «las gorgonias hayan llegado a desaparecer».
«Las consecuencias del calor en el medio marino son devastadoras, empezando por el cambio de fenología en las fechas en las que ocurren determinados procesos biológicos, como los movimientos migratorios del atún. Ya se están llevando a cabo estudios que puedan demostrar estas alteraciones, pero son efectos esperados. También creemos que se va a adelantar la fecha de reproducción de algunas especies», avanza García Charton con tono de preocupación.
Para este profesor de la UMU, «la temperatura puede provocar episodios de mortalidad masiva, problemas puntuales en la fenología de las especies y el aumento de la frecuencia de las enfermedades debido a que los organismos estresados tienen una menor resistencia a infecciones por virus, bacterias y protozoos».
Los especialistas observan, consternados, que en el suroeste del Mediterráneo están muriendo todas las nacras -el bivalvo gigante 'Pinna nobilis'- por la infección provocada por un protozoo parásito. «Creemos que este fenómeno podría haberse visto favorecido por factores ambientales, como el calentamiento del agua, aunque aún lo estamos investigando», apunta Juan Manuel Ruiz. «Ya se están haciendo iniciativas para intentar reproducir las nacras en cautividad. Todo lo que está ocurriendo es nuevo y ya se está estudiando. Lo que está claro es que la alta temperatura del agua favorece estos problemas», puntualiza García Charton. Los 'blooms' de medusas son un fenómeno cuya frecuencia también se ha incrementado en los últimos años, aunque los investigadores debaten si se debe más a la ausencia de depredadores que a una consecuencia directa del cambio climático.
¿Qué hacer?
Los expertos en ecología marina aseguran que, por el momento, no se puede decir que este año haya sido especialmente crítico para las especies. «No tenemos constancia de ello. Habrá que esperar a que acabe el mes de noviembre para ver si las poblaciones de esponjas, gorgonias o posidonia se han visto afectadas drásticamente por las altas temperaturas del agua», sostienen. Insisten en que «una de las cosas que hay que hacer es reducir la emisión de gases de efecto invernadero». Y concluyen: «Ya estamos haciendo un seguimiento de estos organismos marinos. En clubes de buceo y asociaciones ya hay concienciación sobre el problema y se están llevando a cabo iniciativas para hacer seguimiento, ver cómo reaccionan las especies y tratar de dar con la clave para mitigar estos desastres».
FUENTE: La Verdad
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