La desertificación cuartea ya un tercio de la Región en un proceso que amenaza con ‘africanizar’ el sur de España si la temperatura media sube cinco grados de aquí a final de siglo. La Comunidad Autónoma ya acusa los efectos del cambio climático, una bomba para la salud, el medio ambiente y la economía.
La sequía ha devorado un millón y medio de árboles, el termómetro ha subido 1,5 grados y lloverá un 10% menos. ¿Estamos preparados para afrontar el reto del calentamiento global?
«Es la economía, estúpido». Esta es la frase, pronunciada por el asesor James Carville, que hizo espabilar a Bill Clinton durante la campaña electoral de 1992. Casi 25 años después, quizá deberíamos sustituir la palabra ‘economía’ por ‘medio ambiente’. O directamente por ‘cambio climático’, la «cuestión decisiva del siglo XXI» según la Organización Mundial de la Salud. Nos va la vida en ello, literalmente, porque el calentamiento global no es ya una amenaza lejana agitada por ecologistas y agoreros, sino una evidencia científica que obliga a poner en marcha estrategias de adaptación a un clima más hostil: más cálido, con menos agua disponible y con los sistemas productivos trastocados. El Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas (CNRS) firma el último informe que alerta sobre unos cambios que pueden ser dramáticos. Publicado la semana pasada en la revista ‘Science’, advierte de que la mitad sur de España podría desertificarse en 2100 si la temperatura media sube cinco grados de aquí a final de siglo.
Podría decirse que Murcia está metida de lleno en el horno: junto con Almería, es el área con mayor aridez de Europa y figura en el grupo de regiones de la UE más vulnerables al cambio climático. El año hidrológico 2013/2014 fue el más seco en la Comunidad Autónoma desde que se dispone de registros, y 2016 se despedirá como uno de los más calurosos de la historia. Y las previsiones apuntan a que la aridificación se agravará progresivamente, de modo que el debate ya no gira en torno a las causas del cambio climático, sino cómo se puede dar un giro hacia una economía baja en emisiones de CO2. Los sistemas productivos del futuro serán ambiental, social y económicamente sostenibles o no serán, aseguran los expertos.
«Hay que preocuparse, pero no alarmarse», sostiene Francisco López Bermúdez, catedrático emérito de Geografía Física de la Universidad de Murcia y uno de los principales expertos españoles en ecosistemas áridos. «Porque una cosa es un desierto, que es un ecosistema con lluvias por debajo de 50 mm al año y más de 1.000 mm de evapotranspiración, y otra distinta una zona en proceso de desertificación, que es un fenómeno inducido por el hombre. Y en la Región de Murcia aún no estamos en esos umbrales», tranquiliza. «Pero no es normal que tengamos 28 grados en noviembre, así que no hay ninguna duda de que estamos en pleno proceso de cambio climático», señala este científico que ha participado en la redacción del Plan de Acción Nacional contra la Desertificación y en numerosos proyectos internacionales relacionados con la erosión.
Por eso lleva años divulgando que la aridificación está degradando los suelos de buena parte de la Región, casi un tercio del territorio con la franja costera de Águilas y Mazarrón como zonas más afectadas, «debido más a la disminución de la humedad y las altas temperaturas que a la falta de lluvia, aunque hay lugares donde las precipitaciones no llegan a los 250 mm al año», explica López Bermúdez.
Este acartonamiento progresivo se refleja en la pérdida de cobertura vegetal y una mayor erosión, en una dinámica difícilmente reversible que no solo debe achacarse al cambio climático: «La acción humana ha acelerado la pérdida de suelo. Me refiero a la roturación de terrenos, en algunos casos con pendientes superiores al 10%. También tenemos una demanda insaciable de agua, y en general un consumismo exagerado que nos conduce a una huella ecológica muy alta».
¿Hay algo que se pueda hacer? «Lo primero es ser conscientes de ello, y después tomar medidas de adaptación. Hay que cambiar los modos de vida, tender hacia un consumo responsable y procurar un mejor tratamiento al suelo, la vegetación y el agua. No podemos transformar Murcia en una zona verde», expone el veterano profesor, pero sí recuperar buenas prácticas para mejorar la gestión de nuestros recursos naturales. Por cierto, lo que sí tenemos son 3.000 horas de sol al año, un potencial energético impresionante. ¿Por qué no lo aprovechamos?», reta Francisco López Bermúdez.
Cuidar al máximo el territorio es el camino, por tanto, en un contexto de calentamiento progresivo que en la Región ya se traduce en datos preocupantes.
Temperatura. Aumento de 1,5 grados desde 1981
«Cada vez hace más calor», o «parece que el verano no va a terminar nunca» han pasado de ser frases de barra de bar o conversaciones de ascensor a convertirse en certezas. La temperatura media ha aumentado en la Región 1,5 grados en los últimos 35 años, según recoge el informe ‘Competitividad y cambio climático’ del Consejo Económico y Social de la Región de Murcia. Un breve pero preocupante resumen informativo elaborado por Francisco Victoria Jumilla, doctor en Ciencias Biológicas y jefe de servicio de Fomento del Medio Ambiente y Cambio Climático de la Comunidad Autónoma. Una tendencia que seguirá al alza, ya que el termómetro puede seguir subiendo hasta los 3 grados en 2050 y los 4 grados en 2100 –máximas–. Y en cuanto a las mínimas, pueden crecer entre uno y dos grados en 2050 y entre dos y tres y medio hacia final de siglo. Por consiguiente, tendremos más días cálidos: entre un 10% y un 20% más en 2050 y entre un 30% y un 40% más en 2100, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para la Comunidad Autónoma. El calentamiento no solo se refleja en un aumento de la temperatura en verano, sino que también incrementa las temperaturas en otoño e invierno.
Gases de efecto invernadero. 9 millones de toneladas de CO2
A diferencia de anteriores cambios climáticos experimentados por el planeta a lo largo de su historia, este que sufrimos ahora es el primero causado por la acción humana. Si los anteriores los provocaron cataclismos geológicos o incluso pequeñas variaciones en el eje de giro de la Tierra, el calentamiento global de nuestra era se debe principalmente a los gases de efecto invernadero (GEI). Reducirlos es el principal caballo de batalla para frenar la degradación del medio en que vivimos, y el objetivo del Acuerdo de París contra el cambio climático, que entró el viernes en vigor y que persigue detener la escalada de la temperatura en 1,5 o 2 grados como máximo en 2100. Los recortes voluntarios de emisiones comenzarán a partir de 2020, pero mientras tanto se aplica la hoja de ruta del protocolo de Kioto, que supone para Europa una reducción del 20%, y del 40% para 2030.
La Región de Murcia emite cada año 9 millones de toneladas de CO2, lo que supone el 2,7% del conjunto de España y el 0,2% de las emisiones en Europa –datos de 2014, los últimos disponibles–. La mitad de este CO2 lo producen las 22 grandes empresas de la Región que participan en el régimen de comercio de derechos de emisión: plantas eléctricas y de cogeneración, refinerías, instalaciones de combustión... El resto, los sectores difusos, principalmente el transporte y en concreto el vehículo privado. Los coches ocupados por una sola persona que realizan varios viajes al día, de casa al trabajo y del trabajo a casa, son un atentado compartido y cotidiano contra la sostenibilidad. Quien esté libre de pecado que aparte sus manos del volante.
La huella de carbono de una familia murciana es de 16,2 toneladas/año –casi en la media nacional, 16,3–, mientras que la de cada habitante de la Región es de 5,9 –la media nacional es 6,5–. El horizonte de 2030 no pinta bien para los murcianos, puesto que las emisiones fijadas para la Región excederán el objetivo marcado por la Unión Europea en dos millones de toneladas.
Precipitaciones. Lloverá un 10% menos
Enfrentarse a una tabla con datos de precipitaciones es deprimirse. La última década es la más seca de la historia en la Región, y la Aemet advierte de que aún lloverá menos en el futuro. Concretamente, un 10% menos sobre 2050 y entre un 10% y un 20% menos en 2100. Si la precipitación media actual es de 339 mm, Murcia podría cerrar el siglo con 271, en el peor de los escenarios posibles. A menos lluvias, menos agua disponible. El Plan de Cuenca del Segura ya anotaba una reducción de recursos hídricos del 5% en el año 2033 con respecto a la serie 1980-2012. En el año 2009 ya se había acumulado una reducción del 18% con respecto a 1998. Las aportaciones medias anuales al río no paran de bajar: 817 hm3 entre 1940-41 y 1995-96; 505 entre 1996-97 y 2005-06; y 300 en la actualidad. Igualmente, nevará menos: en 1968 la media era de veinte días de nieve al año, que se han reducido a diez. Más motivos para la preocupación: el aumento de la temperatura agudizará el problema de la falta de agua porque aumentará la evapotranspiración: entre un 3% y un 5% hacia 2040; un 6% entre 2041 y 2070; y entre un 7% y un 12% entre 2071 y 2100.
Aumento del nivel del mar. Más de medio metro en 2100
Una de las consecuencias del cambio climático es el aumento del nivel del mar, que ya ha ganado a las playas 5 mm al año en las últimas dos décadas. Está previsto que la subida del mar se sitúe entre 12 y 35 centímetros a mitad de siglo, y entre 45 y 65 en 2100, con respecto al periodo 1986-2005. «La preocupación en la Región de Murcia se centra en La Manga del Mar Menor y su entorno, con una topografía muy llana que apenas se eleva del mar en muchos de sus puntos 30 o 40 centímetros», avisa Francisco Victoria. Es fácil deducir el impacto negativo para el turismo. El informe del CES señala que con solo un aumento de temperatura de un grado, Murcia, Andalucía y Comunidad Valenciana perderán visitantes en favor del norte de España, Barcelona y Gerona.
La vegetación. 1,5 millones de árboles secos
La Región de Murcia ha perdido un millón y medio de árboles durante el actual periodo de sequía. La falta de agua, con la acción combinada de los insectos perforadores, se ha llevado por delante parte de la cobertura vegetal. Pero no solo árboles: según el profesor de Ecología de la Universidad de Murcia Miguel Ángel Esteve, también está muriendo la vegetación propia de los ecosistemas mediterráneos. Es decir, la que ya está adaptada a la aridez. Él mismo ha calculado unas 250.000 matas de romero secas en Calblanque, pero también otras especies mantenedoras del paisaje, como el esparto, la albaida y el albardín, están muriendo.
El cambio climático afecta ya a 33.000 hectáreas de vegetación, localizadas principalmente en la cuenca del Guadalentín, franja costera de Águilas y Mazarrón y entorno del Puerto de la Cadena (Murcia). De las 225.000 hectáreas de bosque de la Región, 140.000 están amenazadas en el horizonte del año 2050. El esfuerzo repoblador de los últimos cien años puede irse a pique: de las 92.000 hectáreas reforestadas en el último siglo, las 20.000 que se plantaron en los años 60-70 «van a morir», según Miguel Ángel Esteve. No queda otra que reducir la densidad de los pinos, para aligerar la competencia por el agua, y apostar por crear «bosques mixtos y más resilientes» con especies autóctonas. Porque en el futuro, eso es fácil adivinarlo, sufriremos más incendios.
Agricultura. Ruina sin el riego garantizado
Sin agua para riego garantizada, el futuro de la agricultura de alto rendimiento es una incógnita. Y con lluvias menguantes, el secano y la ganadería extensiva apuntan directamente a la ruina. El secretario general de la organización agraria COAG, Francisco Gil, hace cuentas mientras maneja tablas de datos sobre precipitaciones y aportaciones en las cabeceras del Segura y el Tajo que reflejan «un desierto técnico prácticamente en toda la Región», explica. «La situación es insostenible y algo tenemos que hacer».
Y ese algo es, de momento, un proyecto conjunto con la Comunidad Autónoma y las universidades para crear «una gran masa verde» en fincas baldías, terrenos públicos y «cualquier espacio disponible» que capture CO2 y contribuya a crear «la humedad necesaria para que las nubes rompan sobre la Región», detalla Francisco Gil. «Debe ser una iniciativa que genere actividad económica y fije el terreno con vegetación autóctona como el esparto y el almendro. Estamos pendientes de evaluar la viabilidad técnica para pedir financiación europea».
La receta de los ecologistas: mejor gestión de los recursos
Amoldar el modelo productivo a los recursos disponibles es la pauta, según las organizaciones ecologistas, para adaptarse al cambio climático. Para el director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), Pedro García, es necesario reducir la «gran dependencia exterior en el suministro de combustibles y de agua para mantener el sistema económico, que consume más recursos de los que dispone. Esto a pesar de la situación privilegiada para aprovechar la energía del sol». Rubén Vives, secretario de Ecologistas en Acción, añade a esta receta «sustituir aguas superficiales y subterráneas por caudales desalados y conservar la biodiversidad y los espacios protegidos como grandes sumideros de CO2 y cinturón de seguridad frente al calentamiento».
¿Qué se está haciendo? Plan Estratégico de Adaptación de la Comunidad Autónoma
La Comunidad Autónoma está trabajando en un Plan Estratégico de Adaptación al Cambio Climático que contemplará medidas para mitigar los efectos del calentamiento global. La Consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente dispone ya de una amplia evaluación de los parámetros que deben ser corregidos, un estudio basado en los trabajos del Observatorio Regional del Cambio Climático, y ha encargado un informe a la Universidad de Murcia. Su coordinador, Miguel Ángel Esteve, advierte de que será básico cambiar desde una economía que exige un consumo «desbocado» de agua hacia un modelo «más inteligente y sostenible»..
(Publicado en 'La Verdad' el 6 de noviembre de 2016)
Enlace: La Verdad - 6/11/2016
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